30 dic 2008

BURN OUT,o los peligros del exceso de trabajo en el area de salud


EL TRABAJO DE NECROPSIAS ES UNO DE LOS MAS ARDUOS.
REQUIERE DESTREZA Y FORTALEZA,VISION OPTIMA,SENSIBILIDAD Y SERENA FRIALDAD.
ES VER EL DETALLE Y LA FORMA,LA PARTE Y EL TODO.

CONNOTA CINISMO Y DESAPEGO ANTE LA FINITUD HUMANA.
LAS ILUSIONES DE TAN OBVIAS DESAPARECEN.
COMO LAS ROPAS,CARAS O MISERABLES ABANDONAN ESE CUERPO.
BELLO O DECREPITO.

ESA NOCHE HICE DOCE AUTOPSIAS.
ES MUCHO PARA UNO SOLO.
LOS CUERPOS EVISCERADOS QUEDARON PERFECTAMENTE ALINEADOS.
LIMPIOS Y CUBIERTOS.
SUTURADOS CON DELICADEZA.
LOS RECEPTACULOS DE LOS ORGANOS BRILLANTES Y PROLIJOS.

FUE EXCESIVO.

ESO LES EXPLIQUE A LOS FORENSES.
AGOTAMIENTO,BURN OUT.

POR ESO ME SUENA AJENO COMO UN CUENTO EXTRAÑO LO QUE ME DICEN.
QUE YO CUBRI LA GUARDIA COMO ENFERMERO DE TERAPIA INTENSIVA.
ESA NOCHE.
SOLO.
CON DOCE CAMAS.

SOY EVISCERADOR.LO SE.HICE EL CURSO.
HICE DOCE AUTOPSIAS.
¿A QUE ,TODA ESTA COREOGRAFIA MACABRA DE POLICIAS ,ENFERMEROS Y TELEVISION?

DESCANSARE AHORA EN LO QUE PARECE UNA HABITACION ACOLCHADA.
EL CUERPO ABIERTO FRESCO,EXHALA UN OLOR AMARILLENTO A SANGRE Y CARNE EXHANGUE.
PENSE MIENTRAS ME DORMIA.

19 dic 2008

BODY SCULPTURE

LA CARICIA ES,
LO SE AHORA.
EL ARTE DE INTERPRETAR
SU GOCE Y MI DESEO.
HERMENEUTICA DEL PLACER.
ARTIFICIO DE LA DOMA.

INTERROGACION AL ESQUIVO SER
QUE HABITA BAJO LA PIEL.

YO AMABA ESA ESCRITURA,
DE RECORRER PALPANDO LAS PIELES
Y SUS FORMAS.

PERO SIEMPRE INCONCLUSO
RESTABA EN MI EL POEMA.

TOCAR UN POCO MAS FUERTE,
SE ACERCO A LA PLENITUD DE LA OBRA,
QUE FUE UN GOLPE.

UN PLUS MAS ALLA
LA ESCULTURA SE CINCELO
CON LOS FILOS.
SE TIÑO
FINAL
DE SANGRE.

18 dic 2008

EL AMOR ERA UNA VIOLACION NEGADA

MIRAR-MIRAR Y NO VER.
ESPIAR POR UN ORIFICIO.
PARTES DE CUERPO-PIEL.
DESNUDADOS.

ORIFICIOS CERRADOS.
VELADOS.ESTRECHOS.

EL ANSIA DE MI PUBIS.
HUMEDOS,CALIENTES,OSCUROS.
MUY PEQUEÑOS.

MIRAR SIN VER ESE CUERPO
TRAS PUERTAS DEMASIADO BIEN CERRADAS.

RESTA LA DANZA DE MIS MANOS O ENAMORARME.

COMO UN LATEX,CUBRIR DE FANTASMAS,
CREYENDOLA BELLAS.
MINTIENDOLAS DULCES.

MIRABA YO SIN VER DENTRO MIO.
AHORA SI YA DE.VELADO.
EL ENIGMA.
SE LA CLAVE.

SOLO QUISE.
QUIERO.
HACERLE UN DAÑO VIOLENTO.

OLEOSO TANATOS UNTADO EN MI ARMA VIRIL.

VIOLARLAS.

LAGRIMA FANTASMA

GOTA CAE.
SIN LLUVIA.
SIN LAGRIMAS.
EL CIELO Y TU ROSTRO ESTAN LIMPIOS,
BAJO EL SOL TIBIO.

GOTA IRROMPIBLE CAE ELASTICA.
YO EN SU INTERIOR.
CELDA TRASLUCIDA,
BUSCA EL MAR.
UN RIO CLARO.

NAVEGO DESECHOS DE UN MUNDO.

NO SOS NI SIQUIERA AUSENCIA.
FANTASMA DEL AMOR.
SE PIERDE,
BAJO EL TIBIO SOL

EXHUMACION

TUMBA.
BLANCA BELLA LAPIDA.
PUREZA.
INOCENTE ABSOLUCION DE TUS ACTOS.
¿DENTRO QUE?
SABRE YA.
GUSANOS HARTOS.
OSAMENTA AMARILLA.
TU PIEL ERA MI TEMBLOR.
¿SERA MI TERROR?
AHORA QUE,VANA BELLEZA.
MISERIA CORRUPTA.

AMOR E INDIFERENCIA PARTIERON
DISUELTOS EN EL HUMUS ELEMENTAL.

VUELVEN LOS TERRONES.
CAEN AFUERA.
FORCEJEOS.
CEDE LA TAPA.
SALTARAS,DELIRIO DE POE.
PREMATURA CALLADA.
NO.
MILAGRO DE SANTIDAD.
AUN ERES BELLA.
JOVEN E INTACTA.
PERFUMADA DE LILAS.

CASI DIRIA....VIVA.

15 dic 2008

RIO QUE NO CESA ANTE MI ESPERA INMOVIL

EL RIO INFINITO QUE NO CESA.
FLUYE CON MAREAS ESTERILES
QUE NO LA TRAEN A MI ORILLA.

SIRENA MAGICA DE SOÑADOS OJOS,
LACRIMOSOS DE SUEÑO.
¿NADAS EN ESE RIO NOCTURNO?

RUMOR DE RIO QUE CANTURREA TU NOMBRE.
SE BURLA:
"NEVER MORE"
"NEVER MORE"

RIO.
NO SER AMARGO Y VORAZ,PARA SEMBRAR MI NADA EN TU LECHO.
¿POR QUE SOS DULCE RIO?

COMO SU PIEL ANHELADA,FRAGANTE DE PETALOS MELANCOLICOS.
COMO EL ANSIA ROTA DE SU VOZ.

RIO,
QUE TRAES NIEBLA.
NOCHES DE SUEÑO TURBIO.
EXTRAVIO Y DESVARIO DE NO HALLARLA.
¿HAY PUERTO REAL DONDE TE DETENGAS?
VOS,EL TIEMPO Y LA NOCHE.
Y ELLA ETERNA,
VENGA.


A NILDA GLADYS MIRANDA.

6 dic 2008

TEST DE PHILLIPSON

CENTRO DE FORMACI覰 EN

TECNICAS DE EVALUACI覰 PSICOL覩ICA


En que consiste el Test de Phillipson?

material exclusivo de nuestro Centro de Formacion

El objeto de este trabajo es trasmitir en forma sencilla los alcances y utilidades de este Test tambi閚 llamado TRO o Test de las relaciones Objetales.



Su autor : Herbert Phillipson Psicoanalista ingles

Fue presentado all?por el a駉 1950. Desde ese entonces ha resultado ser un valios韘imo aporte en el campo cl韓ico y luego laboral.



Este test se encuadra dentro del campo de las T閏nicas proyectivas Profundas en cuanto permiten explorar la Estructura de Personalidad de base, as?tambi閚 el sentido de la normalidad o anormalidad del funcionamiento psicol骻ico de un sujeto en el aqu?y ahora.



Su nombre nos da cuenta ya de la tem醫ica que este test explora: Las relaciones Objetales. Tengamos presente que en el campo psicoanal韙ico se considera objeto a todo aquello que no es sujeto, as? un objeto puede ser para una persona otro sujeto, un proyecto, una situaci髇. As?uno podr韆 decir tambi閚 que sondear la modalidad de las relaciones objetales tiene el fin de comprender la modalidad con la que singularmente una persona (decimos sujeto) entabla relaciones con otra persona , situaci髇, trabajo (objeto) etc.



Por ello es importante destacar primero que se entiende por relaciones Objetales y luego que implican las mismas.



Nuestro interrogante son muchos, veamos algunos posibles:



Cuando una persona se relaciona con otra, en base a que par醡etros lo hace?..., hay un pre-esquema de c髆o hacerlo?....



Que motivaciones lo gu韆n u orientan en ellas?



Cuales son las expectativas, los miedos o las incertidumbres que un determinado tipo de v韓culos tiene la misma?...



Quiz醩 pensemos que uno solo se vincula con otras personas, pero desde el psicoan醠isis tambi閚 v韓culos implican como uno se vincula con una situaci髇, como la enfrenta, afronta. 蚫em cuando se trata de un proyecto o iniciativa personal o laboral.



Entonces y esto creo que es lo interesante el punto esta en que la forma con que una persona establece sus relaciones objetales en sentido amplio hoy est醤 o tienen como soporte o matriz las antiguas relaciones tempranas con objetos.



La pregunta es ahora a que nos referimos con esto....



Hablar de relaciones Objetales tempranas se refiere a las relaciones primarias con los objetos parentales ya que el vinculo mas primitivo que un sujeto tiene es primero con su madre, ya en la vida uterina, luego como bebe, y con el correr del tiempo se suma el papa y las personas mas significativas del ambiente del ni駉.



As?con cada una de estas figuras el ni駉 va estableciendo formas de interacci髇, desde lo afectivo, desde lo conductal, desde el entendimiento o comprensi髇 mental de las mismas, cada otro resuena en un sujeto de una manera singular. Recordemos que la mama es para el ni駉 la representante oficial del mundo externo, es su 損resentadora?as?por un tiempo considerable el mundo es para el ni駉 como los ojos de su mama lo ven. 揺l ni駉 ve por los ojos de su madre?



Ahora bien estas interacciones se van fijando, estructurando, complejizando, enriqueciendo progresivamente hasta un punto en el que logran cierta estabilidad. Y este es el punto nodal. En alg鷑 momento hist髍ico est醤 modalidades de interacci髇, que incluyen lo que el sujeto espera del otro, como lo percibe, como encara sus v韓culos, que cree que tiene que dar, como resuelve, como aborda,.....lo que recibi?positivamente del otro, as?como si hubo aspectos negativos tales como decepci髇, abandono, rechazo, quedan plasmado en lo que se llama la matriz primaria de las relaciones objetales.



As?este molde o preesquema ya incorporado al sujeto ser?incorporado por el sujeto y aplicado a todas las interacciones que de all?en mas establezca con otros objetos ahora distintos a los primarios (mama, papa, hermanos...abuelos).



Las relaciones objetales son entonces las formas concientes e inconscientes, la manera de entender y comportarse, de vivenciar las relaciones con el otro.



Por ello muchas veces y esto se ve en las relaciones de pareja en donde el contacto es mas intimo se adscriben al otro intenciones o virtudes o defectos... que no siempre el otro tiene las caracter韘ticas que el sujeto le adscribe.



As?en la vida de todo sujeto, hay siempre relaciones objetales actuales, que son el conjunto de v韓culos de distintos tipo que una persona mantiene con las personas de su ambiente intimo y social en sentido amplio. Pero tambi閚 y esto es el punto nodal de este test existen relaciones objetales tempranas, en realidad y ahora para una mayor precisi髇 .



As?el Test de Phillipson (TRO), es un medio t閏nico validado cient韋icamente y respaldado por su amplia aplicaci髇 desde su origen, que nos permite conocer cual es la modalidad o matriz vincular desde la cual el sujeto percibe al otro y se percibe a si mismo, as?como la normalidad o patolog韆 de la misma.

PSICOPATIA TEST DE HARE

ESCALA DE HARE

ESCALA DE CALIFICACIÓN DE LA PSICOPATIA ( Robert D. Hare)

Test que Hare utiliza para determinar si alguien es o no un psicopata. Són 20 preguntas que el psicólogo valora en una escala del 0 al 2, y si el resultado es mayor de 30, el paciente es un psicopata

0 = NUNCA

1 = ALGUNA VEZ

2 = A MENUDO


Escala de Psicopatía o PCL (Psychopathy Check List)

¿Es locuaz?
¿Tiene encanto superficial?
¿Alardea de sus títulos y su valía?
¿Suele mentir con descaro?
¿Solo se siente bien en puestos de dirección?
¿Manipula a los demás?
¿Carece remordimiento?
¿Sus afectos son superficiales?
¿Su carácter es inestable?
¿Carece de empatía con los demás?
¿Carece de amigos de la infancia?
¿Quiere realmente a su pareja?
¿Tiene tendencia al aburrimiento?
¿Su estilo de vida es parasitario?
¿Tiene reacciones poco meditadas?
¿Tiene mala memoria?
¿Sus proyectos carecen de realismo?
¿Su carácter es impulsivo?
¿Adopta decisiones e iniciativas irresponables?
¿Ha tenido algún tipo de problemas con la ley aunque haya salido absuelto?

Fuesnte programa, Eduard Punset entrevista a Robert Hare. Extraído de http://lacuevadigital.com/?p=385

La escala Hare es descrita de la siguiente manera:
FACTOR 1: (interpersonal/afectivo)

Locuacidad, encanto superficial;

sensación de autovalía;

mentiras patológicas, engaño y manipulación;

ausencia de remordimientos y culpabilidad;

escasa profundidad en los afectos;

insensibilidad y falta de empatía;

no acepta la responsabilidad de sus acciones;

conducta sexual promiscua;

versatilidad criminal.


FACTOR 2: (desviación social)

necesidad de estimulación/propensión al aburrimiento;

estilo de vida parasitario, con escasos controles comportamentales;

problemas de conducta a temprana edad;

falta de metas realistas a largo plazo;

impulsividad;

irresponsabilidad, delincuencia juvenil;

revocación de la libertad condicional y relaciones matrimoniales de poca duración.

la escala Hare, nos permite establecer puntos de referencia con los cuales se puede determinar estas patologías, que son relacionadas con estos individuos a fin de identificarlos y así neutralizar la acción de los “depredadores humanos”.







Indice Robert Hare

Todo Psicópatas

Acoso Moral

PSICOPATIA

Año XIV, vol 11, N°1, octubre de 2003



Confiabilidad de la Hare Psychopathy Checklist - Revised en población psiquiátrico forense argentina

Jorge Oscar Folino1, Claudia Astorga2, Mabel Sifuentes3 Silvia Ranze4, Daniel Tenaglia5

Resumen

Introducción: La psicopatía es un constructo que ha logrado amplio desarrollo y utilización merced a la disponibilidad de la escala Hare Psychopathy Checklist-Revised que permite su mensura.

Objetivo: Evaluar la confiabilidad de versión argentina de la escala en población forense.

Método: tres evaluadores examinaron a 30 varones del ámbito forense de la Provincia de Buenos Aires, Argentina y realizaron puntuación independiente con la escala.

Resultados: la versión argentina de la escala demostró tener excelente confiabilidad entre evaluadores, excelente congruencia interna.

Palabras clave

Psicopatía. Población forense. Confiabilidad.

Abstract

Introduction: “Psychopathy” is a construct that has been widely developed and used thanks to the Hare Psychopathy Checklist Revised, which allows psychopathy to be measured.

Objective: To assess the reliability of the Argentine version of the scale in forensic population.

Method: 30 males in forensic setting of the Province of Buenos Aires, Argentina, were assessed by 3 raters who made independent ratings with the scale.

Results: The Argentine version of the scale has shown to have excellent interrater’s reliability as well as excellent internal consistency.

Introducción

El concepto de psicopatía es el resultado de la confluencia de varias ideas de las tradiciones psiquiátricas francesas, alemanas y anglo-americanas(14). Las características centrales que han tenido mayor difusión son las expuestas por Schneider(20) y Cleckley(2). El concepto ha tenido, en su evolución histórica, variaciones en sus connotaciones y dificultades en la operacionalización. En la última década, la psicopatía ha despertado gran interés merced a que se lograron importantes progresos en la operacionalización del concepto y en la medición del fenómeno a través de la escala Hare Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R)(10). La psicopatía es un tema de trascendencia social porque es influyente en las conductas delictivas en general; en ese sentido, la posibilidad de su mensura por medio de la escala resultó sumamente útil en la evaluación del riesgo de futura violencia(11, 13, 19, 21).

La PCL-R es una escala para la evaluación de psicopatía en población forense(10). Abarca conductas y rasgos de personalidad comprendidos en la amplia concepción clínica de psicopatía que se evalúan con 20 ítem cuya puntuación es 0 (cuando las características descriptas por el ítem no son aplicables al sujeto), 1 (cuando las características coinciden en algunos aspectos) y 2 (cuando el ítem es definitivamente aplicable al sujeto). La escala discrimina dos factores, reflejando, uno de ellos, los rasgos de personalidad ampliamente considerados descriptivos del síndrome (Factor 1) y otro que refleja las conductas socialmente desviadas (Factor 2). Los ítem del Factor 1 son los numerados 1, 2, 4, 5, 6, 7, 8 y 16, y los del Factor 2 son los 3, 9, 10, 12, 13, 14, 15, 18 y 19; los ítem 11, 17 y 20 se consideran sólo para la puntuación total.

La obtención de los datos se realiza con entrevista clínica semiestructurada y con fuentes colaterales de información. La puntuación total varía entre 0 y 40, reflejando el grado en que el evaluado coincide con el prototipo del psicópata; el autor propone un puntaje de 30 o más para aplicar el diagnóstico de psicopatía.

La versión original de la PCL-R fue desarrollada con estudios en poblaciones forenses de varones de habla inglesa y francesa(10). Posteriormente se evaluaron sus propiedades psicométricas en otros países(6, 16, 17). El presente estudio tiene como objetivo evaluar la confiabilidad de la versión traducida al español por los dos primeros autores. La traducción de la escala se ha realizado a los efectos de investigación y aún no ha sido publicada; forma parte de un proyecto más amplio de investigación sobre factores de riesgo de violencia que se desarrolla desde el Programa de Evaluación de Riesgos de Liberados de la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires y la Maestría en Psiquiatría Forense del Departamento de Graduados de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata con la colaboración de profesionales del Servicio Penitenciario Bonaerense y personal de otras unidades académicas. La generalizabilidad de la estructura dimensional en población forense local también se está investigando como parte de ese proyecto.

Método

Diseño: El estudio se diseñó para examinar la concordancia entre evaluadores utilizando la versión argentina de la PCL-R y consistió en el examen de treinta casos por tres evaluadores que puntuaron independientemente, con rotación de entrevistador.

El lugar: los casos fueron evaluados en dependencias del Servicio Penitenciario Bonaerense, mientras se realizaban evaluaciones rutinarias por orden judicial. A los peritos del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires y a los profesionales del Servicio Penitenciario Bonaerense se les requiere judicialmente que hagan estudios periciales que se cumplen con entrevistas, entre otros procedimientos, en dependencias de una u otra institución. Asimismo, los profesionales del Servicio Penitenciario tienen el mandato de la asistencia terapéutica.

La muestra: la muestra fue conformada con 30 varones seleccionados por conveniencia y con el requisito de cumplir con los siguientes criterios de inclusión:

a) Se consideraron aptos para la inclusión a aquellos sujetos varones que se mostraron predispuestos a participar de la entrevista. Si bien las evaluaciones se realizan por órden judicial como parte de los estudios y tratamientos rutinarios, dadas las características del constructo resulta importante contar con la predisposición favorable del entrevistado hacia la comunicación, independientemente que ésta sea confiable o no.

b) Los sujetos debían estar libres de sintomatología psicótico productiva y de retraso mental en grado tal que pudiera impedir una comunicación eficaz.

La obtención de información: Se le dio prioridad a la obtención simultánea de la información por lo que las evaluaciones fueron realizadas en su mayoría por tres evaluadores participantes de la entrevista. Habida cuenta que, debido a que diversas dificultades laborales resultaron obstáculo severo para lograr la reunión de tres evaluadores en todos los casos y que esto dilataba el estudio, en cinco casos la evaluación de dos entrevistadores presentes se completó por un tercer evaluador mediante grabación de audio y en un caso, la evaluación de un entrevistador presente se completó con dos evaluadores por audio. Cabe destacar que la puntuación de la PCL-R sin entrevistar directamente al sujeto, incluso, utilizando solamente las historias clínicas fue considerada confiable en estudios previos(6, 16). Además de la información obtenida de las entrevistas, los evaluadores contaron con información de la Historia Clínica y de los expedientes que suelen tener registro de los antecedentes delictivos y estudios periciales previos, tanto de psiquiatras, como de psicólogos y de asistentes sociales. El período de entrevistas se extendió desde principios de 2002 hasta junio de 2003. Los evaluadores fueron profesionales con amplia experiencia psiquiátrico forense.

El instrumento: las secciones de ítem y criterios de puntaje PCL-R fueron traducidas al español teniendo en cuenta locuciones, hábitos y costumbres argentinas. Se realizaron talleres entre los investigadores para la revisión de la versión argentina de la PCL-R. Se arribó a un consenso en la elaboración de una entrevista semiestructurada que permitiera tanto obtener datos espontáneos como datos específicos sobre cada área de interés.

Otras variables: Los investigadores obtuvieron de los registros de los profesionales asistenciales, que estaban ciegos respectos al resultado de la evaluación con la escala, el diagnóstico psiquiátrico según los criterios del DSM IV(1).

Las estadísticas: Los estadísticos se realizaron con SPSS(24). Dependiendo del tipo de estadístico se utilizaron los puntajes independientes de los tres evaluadores o los puntajes de evaluador 1, cuyo promedio para el total y para cada factor tuvo un valor intermedio (Tabla 1).

Resultados

Descripción de la muestra: La población estudiada tuvo un promedio de edad de 36,25 años (DT 13.54), con un mínimo de 19 y un máximo de 74 años. Las puntuaciones promedio para los tres evaluadores se exponen en Tabla 1.

Tabla 1. Puntajes promedios por evaluador (N:30)


Factor 1
Factor 2
Factor 3

Evaluador 1
10,07
9,51
21,40

Evaluador 2
10,30
9,71
21,77

Evaluador 3
10
9,61
21,37




Confiabilidad entre evaluadores: La confiabilidad entre evaluadores para la PCL-R total y para los puntajes de los factores y para los puntajes individuales de cada ítem, se estimó con el coeficiente de correlación interno -CCI- 22. Este coeficiente expresa la confiabilidad del puntaje de un evaluador generalizado a la población de evaluadores representada por aquel. En otras palabras, CCI estima la equivalencia de medidas repetidas hechas sobre el mismo sujeto. Las categorías siguientes son las que suelen utilizarse para evaluar la confiabilidad observada 4: valor mayor o igual que 0,75 = excelente; valor entre 0,40 y 0,74 = aceptable a buena; valor menor a 0,40 = pobre. Con el uso de ANOVA de dos vías es posible medir cuánto de la variancia total en los puntajes observados es resultado de la variación entre sujetos, de la variación entre evaluadores y del azar. El modelo de efectos aleatorios es apropiado cuando los evaluadores son una muestra aleatoria de la población de los posibles evaluadores que utilizarán luego el instrumento.

El valor del coeficiente de correlación interno singular para el puntaje total de la PCL-R fue 0,92, para el Factor 1 fue 0,89 y para el Factor 2, fue 0,92; los tres puntajes se incluyen en la categoría de excelente.

A nivel de los ítem individuales de la PCL-R, en general, el CCI fue bueno a excelente (mediana = 0,79; rango 0,56 a 1). La tabla 2 detalla el coeficiente para todos los ítem. El valor más alto fue obtenido para los ítem 17 y 20. Dos ítem tuvieron coeficientes menores que 0,60. La confiabilidad de los ítem del Factor 1 tiende a ser un poco menor que la de los ítem del Factor 2 (Mediana de CCI para Factor 1 = 0,74) y para Factor 2 = 0,80).

Tabla 2. Frecuencia de puntajes, estadísticos descriptivos, correlación ítem total corregida y confiabilidad entre evaluadores (CCI) para los ítem individuales

Ítem
Valores


0
1
2
Omitidos
Media
Desv. típ.
Ítem-totalr
CCI

PCL1
Seducción superficial
9
13
8
0
0,97
0,76
0,190
0,80

PCL2
Autovaloración grandiosa
6
13
11
0
1,17
0,75
0,406
0,83

PCL3
Necesidad de estímulos/tend. al aburrimiento
10
12
8
0
0,93
0,78
0,696
0,56

PCL4
Tendencia a mentir/engañar
5
13
12
0
1,23
0,73
0,372
0,72

PCL5
Estafador/Manipulador
10
13
7
0
0,90
0,76
0,607
0,76

PCL6
Ausencia de remordimiento/culpa
3
9
18
0
1,50
0,68
0,559
0,69

PCL7
Superficialidad afectiva
3
12
15
0
1,40
0,67
0,282
0,59

PCL8
Desconsideración/indiferencia
4
12
14
0
1,33
0,71
0,654
0,71

PCL9
Vividor
16
9
5
0
0,63
0,76
0,612
0,77

PCL10
Inadecuado control del comportamiento
4
10
16
0
1,40
0,72
0,562
0,66

PCL11
Promiscuidad sexual
12
9
9
0
0,90
0,84
0,568
0,84

PCL12
Problemas de conducta a edad temprana
10
9
11
0
1,03
0,85
0,488
0,88

PCL13
Carencia de objetivos realistas a largo plazo
5
10
15
0
1,33
0,76
0,567
0,80

PCL14
Impulsividad
5
15
10
0
1,17
0,70
0,623
0,61

PCL15
Irresponsabilidad
1
10
19
0
1,60
0,56
0,619
0,80

PCL16
Transferencia de culpa/responsabilidad
2
10
18
0
1,53
0,63
0,273
0,77

PCL17
Numerosas relaciones de pareja breves
21
6
3
0
0,40
0,67
0,011
1

PCL18
Delincuencia juvenil
20
7
3
0
0,43
0,68
0,552
0,98

PCL19
Fracaso en liberación condicional o fuga
12
6
10
2
0,93
0,90
0,697
0,98

PCL20
Versatilidad criminal
19
7
4
0
0,50
0,73
0,778
1


Nota: Frecuencias, medias y desviaciones típicas y correlaciones están basadas en la puntuación de evaluador 1, cuya media de puntuación total y de factores fue intermedia para los tres evaluadores. Debido a omisión del ítem en dos casos, el CCI para el ítem 19 se calculó para n = 28. El valor singular de CCI fue calculado con modelo de efectos aleatorios de dos factores. Para la correlación ítem – total, los dos valores omitidos en el ítem 19 fueron reemplazados por 1.

Considerando el puntaje de corte propuesto por Hare10de 30 o más para el diagnóstico categórico de psicopatía, se pudo arribar a ese diagnóstico en el 20 % de los casos, mientras que, considerando los criterios del DSM IV 1, el diagnóstico de Trastorno Antisocial de Personalidad se alcanzó en el 63 % de los casos. Este tipo de diferencias están dadas porque el criterio de la PCL-R es más restrictivo, lo que ha sido documentado en diversos estudios de diferentes países. 5,8,25.La concordancia entre los diagnóstico categóricos con la PCL-R se evaluó utilizando el estadístico kappa de Cohen3. Este estadístico indica la concordancia entre evaluadores corregida por la concordancia por azar y está considerado el indicador estándar de concordancia diagnóstica para datos categóricos23. La comparación de los diagnósticos categóricos entre los tres evaluadores mostró muy buena concordancia, promedio ponderado de kappa de Cohen = 0,90. Más aún, en 28 de los 30 casos (93 %), los evaluadores concordaron en la presencia o ausencia de psicopatía (PCL-R total de 30 o más) y en el 87 % de los casos no hubo una diferencia mayor a 5 puntos entre los puntajes de alguno de los tres evaluadores.

Congruencia interna: La congruencia interna se examinó en la muestra de los 30 varones utilizando el coeficiente alfa de Cronbach y se encontró que fue alta, alfa = 0,86; el factor 1 tuvo un valor alfa de 0,83 y el factor 2 de 0,86; estos valores son similares a los obtenidos con la muestra de normatización original10. Para suministrar un análisis más refinado de la consistencia interna, se examinaron también las correlaciones ítem - total corregidas para cada ítem (Tabla 2). Exceptuando los ítem 1,7, 16 y 17, los restantes ítem tuvieron una correlación igual o mayor que 0,35, indicando que contribuyen significativamente con la puntuación total de la PCL-R. Trece de los 20 ítem tuvieron correlaciones ítem - total de 0,50 o más. La correlación mayor fue encontrada con los ítem 3 (r = 0,696), 19 (r = 0,697) y 20 (r = 0,778).

La media de las correlaciones inter ítem fue 0,23, resultado que está arriba del valor de 0,20 que es el umbral recomendado para considerar que una escala es homogénea7.

Discusión

Los hallazgos suministran evidencia inicial útil para la evaluación de la confiabilidad de la versión argentina de la PCL-R. En este estudio, la confiabilidad entre evaluadores para los ítem individuales de la escala ha sido entre buena y excelente. La medida singular del CCI para el puntaje total fue 0,92, para el Factor 1 fue 0,89 y para el Factor 2, fue 0,92; los tres puntajes se incluyen en la categoría de excelente. Los altos niveles de confiabilidad encontrados son congruentes con investigaciones en otros medios: Hare10 evaluó la confiabilidad utilizando un diseño de dos entrevistadores simultáneos o con un segundo evaluador a través de video y encontró, para las muestras parciales, que los coeficientes para la puntuación total tuvieron un rango entre 0,78 y 0,94 (M = 0,86). Además, Moltó y col. 7,17, utilizando un diseño de entrevistadores simultáneos en una muestra de 49 convictos adultos, encontró coeficientes entre 0,87 y 0,96 para evaluación singular utilizando un modelo de efectos aleatorios de una vía. Hildebrand y col.15 dispusieron de tres evaluadores independientes por caso, lo que constituye una manera muy minuciosa de examinar la confiabilidad entre evaluadores, y encontraron también alta confiabilidad con coeficiente para la medida singular del CCI para el puntaje total igual a 0,88; para el Factor 1, igual a 0,76 y para el Factor 2, igual a 0,83. También Pham18 encontró altamente confiable la versión en francés en población forense de Bélgica.

Los diagnósticos categóricos de psicopatía con la PCL-R fueron también confiables (k media ponderada = 0,90 para la comparación simultánea de tres evaluadores). Ante un acuerdo tan excelente, corresponde exponer que los evaluadores tenían todos amplia experiencia clínica con población forense. De todas maneras, previo estudio con evaluadores de diferentes grados de experiencia no mostró efecto de evaluador15.

La versión argentina de la Hare PCL-R tiene excelente congruencia interna (alfa de Crombach = 0,86 para la puntuación total). Este valor es comparable con aquellos obtenidos en la muestras de normatización10.Asimismo, en el presente estudio se encontraron adecuadas correlaciones ítem - total. Excepto para los ítem 1, 7, 16 y 17, las correlaciones ítem total corregidas fueron igual o mayores que 0,35, indicando que todas ellas contribuyen significativamente con la puntuación total. Tanto la congruencia interna como las correlaciones ítem - total fueron bastante similares a las halladas por otras investigadores, por ejemplo Hare y col. (alfa de Crombach = 0,88; media de las correlaciones inter ítem = 0,27) 9 y Moltó y col. (alfa de Crombach = 0,85; media de correlacion inter ítem = 0,22) 17.

Desde un punto de vista cualitativo, los evaluadores detectaron que determinados síntomas que pueden ser parte tanto de la psicopatía como de otros trastornos (superficialidad afectiva, impulsividad, etcétera) pueden predisponer a sesgos interpretativos o de tipo halo. El evaluador, que en su percepción global del caso, interpreta que el síntoma es debido a, por ejemplo, un trastorno orgánico cerebral, puede tener la tendencia a subvalorar el ítem. El seguimiento cuidadoso de las instrucciones y la valoración del ítem en su correspondencia con lo identificado, independientemente de la etiología, colaboran para evitar el sesgo.

En síntesis, los hallazgos del presente estudio permiten concluir que la versión argentina de la PCL-R es un instrumento confiable para el uso con población psiquiátrico forense local. Asimismo, que es confiable en grado equivalente a como las versiones mencionadas en las referencias lo son en sus respectivos países.

Con este estudio se abre una amplia heurística, destacándose la necesidad de obtener datos normativos y estudios de validación para completar el examen del estado científico del instrumento. Esos estudios se están realizando y serán informados a la brevedad.

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16. Hildebrand M, de Ruiter C, de Vogel V, van der Wolf P. Reliability and Factor Structure of the Dutch Language Version of Hare´s Psychopathy Checklist-Revised. International Journal of Forensic Mental Health 2002;1(2):139-54.

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Notas al pie:

1 Prof. Adjunto de Psiquiatría. Director de la Maestría en Psiquiatría Forense, U.N.L.P. Perito de la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires. Correo: Calle 50 Nº 891, 3er. Piso. CP 1900- La Plata, Argentina. E-mail: programaerl@mpf.pjba.gov.ar

‘ Especialista en Psiquiatría y Psicología Médica. Sub directora de la Carrera de Especialización en Psiquiatría y Psicología Médica U.N.L.P. Psiquiatra del Servicio Penitenciario Bonaerense.

3 Especialista en Psiquiatría y Psicología Médica. Psiquiatra del Servicio Penitenciario Bonaerense.

4 Especialista en Psiquiatría y Psicología Médica. Psiquiatra del Servicio Penitenciario Bonaerense.

5 Especialista en Psiquiatría y Psicología Médica. Perito del Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires.

Los autores agradecen a María Julia Raverta por su colaboración en la tarea de traducción

1 dic 2008

KETAMINA




KETAMINA

Nombre tecnico: clorhidrato de ketamina
Es un anestesico disociativo, o sea que produce la sensación de que la mente esta separada del cuerpo. Se usa en veterinaria como tranquilizante para caballos
Es una de las sustancias de uso recreativo mas nuevas.
En la calle se la encuentra en forma de pastillas, liquido incoloro, polvo o cristales. Puede estar cortada con cualquier cosa como efedrina, cafeina u otras incluso sin relacion con los efectos de la ketamina
Tiene un potencial adictivo mayor que el extasis o LSD. Es frecuente el uso compulsivo y fuera de control

Efectos
Varian enormemente según la dosis, desde euforia y pequenas distorsiones perceptivas como vision doble o borrosa con dosis bajas hasta experiencias psicodelicas e incapacidad corporal casi absoluta con dosis altas

Cuidados
Ojo con dosis altas, la ketamina no es como la cocaina , una dosis demasiado alta puede dejarte casi anestesiado. Las rayas deben ser muy pequenas, de minima 3 veces mas chicas
Hay que consumir cantidades bajas, dada la potencia y riesgos
No es una droga de fiestas. Si la usas en fiestas, tienes que tener especial atención a los efectos sobre el control corporal: reflejos, equilibrio etc
Quienes la usan en contextos tranquis y controlados, casas, reuniones de amigos para experiencias introspectivas pueden tomar una dosis algo mayor.
Si inhalas el polvo o las pastillas molidas, usa un canuto personal e intransferible. Compartirlo implica riesgos de infecciones como hepatitis.
Tiene efectos psicodelicos muy potentes y las alucinaciones pueden parece no terminar nunca, existiendo riesgos de vivencias de fin de mundo y cercania de muerte
Puede ocasionar ataques de panico, crisis de angustia y depresion, Puede ocasionar inconciencia. Por ello es preferible no usar en espacios abiertos, solo o sin que alguno del grupo controle el viaje
Es mas potente que otras drogas, por ello hay que ser mas prudente.
Varias dosis pueden causar problemas cardiacos y respiratorios
Se reduce la repuesta al dolor, por eso hay peligros cuando la persona no reacciona ante heridas que pueden ser de gravedad.\
Puede crear vacios de memoria y verse afectada la conciencia de las acciones, lo que entrana riesgos de accidentes (actos arriesgados que impliquen caidas), riesgos con la policia (actitudes desafiantes o poco prudentes) y de transmisión de enfermedades (ejemplo no usar preservativos)
Puede causar alucinaciones y que se repitan meses después.
Puede haber malos viajes y que se desencadenen problemas psicologicos existentes. En ese caso es necesario interrumpir el consumo y realizar una consulta

Se recomienda NO consumir por quienes:
* padecen hipertensión
* tienen antecedentes de problemas cardiacos, cerebrovasculres o embolias
* esten en tratamiento de tiroides
* tienen problemas o antecedentes de problemas psicologicos o psiquiatricos
* esten pasando malos momentos, ya que puede aumentarse la tristeza y el malestar.


Mezclas:
Es incompatible con otros depresivos como el alcohol, sedantes y opiaceos la perdida de conciencia puede derivar en una falla cardiovascular.
La resaca de mezclarla con cocaina es terrible. Los efectos de ambas son tan contrarios que el organismo se desconcierta. La mezcla con estimulantes hace que se contraresten los efectos de ambos .
Especialmente si se mezcla con extasis y se realiza actividad fisica como bailar puede haber aumentos de la temperatura corporal al punto de producir hipertermia maligna
La mezcla con alucinogenos podria darte un viaje impredecible

Sobredosis. Son frecuentes. Puede haber coma y perdida de conciencia aunque la persona en ocasiones mantiene los ojos abiertos.

VIGILAR Y CASTIGAR

VIGILAR Y CASTIGAR[1]

Nada es más material, más corporal que el ejercicio de poder



Como sabéis voy a comentar las ideas principales de la obra Vigilar y castigar de Michael Foucault, también me he remitido a Microfísica del poder con la intención de resaltar la postura política de este autor e intentar romper con la ambigüedad en torno a esta -creada sobre todo por supuestas citas del autor sacadas de contexto para adornar un argumento cualquiera-. El esquema que voy a seguir consiste en una breve introducción a la obra de Foucault, para después contextualizar Vigilar y castigar y detenernos en los cambios que emergen en los siglos XVIII y XIX; este periodo es clave para analizar la actual sociedad disciplinaria, ya que se produce una crisis de la economía de los castigos y una reorganización del sistema punitivo (como veremos aparece el pueblo soberano frente al soberano, la disciplina frente al suplicio, poder positivo-constructor frente al negativo-represor... y se generaliza la prisión como forma de castigo) en el que se basa la sociedad actual.



Foucault nos muestra en sus obras que nada es más material, más corporal que el ejercicio de poder. Estudia la materialidad del poder desde sus extremidades; no trata de analizar las formas regladas y legitimadas del poder en su centro, sino de agarrarlo en su capilaridad, en sus instituciones más regionales donde no adopta la forma de grandes principios jurídicos sino de multiplicidad de tácticas que parecen neutras o sin importancia (el examen, la revisión médica, los test...) ‘Se trata en cierto modo de una microfísica del poder que los aparatos y las instituciones ponen en juego, pero cuyo campo de validez se sitúa en cierto modo entre esos grandes funcionamientos y los propios cuerpos con su materialidad y sus fuerzas.’ En Vigilar y castigar muestra como estos mecanismos microfísicos de poder, que los aparatos y las instituciones ponen en juego, se materializan en el cuerpo (tecnología política del cuerpo) Lo que busco, dice Foucault, es intentar demostrar cómo las relaciones de poder pueden penetrar materialmente en el espesor mismo de los cuerpos.



‘Hay que admitir en suma que este poder se ejerce más que se posee, que no es el “privilegio” adquirido o conservado de la clase dominante, sino el efecto de conjunto de sus posiciones estratégicas, efecto que manifiesta y a veces acompaña la posición de aquellos que son dominados. Este poder, por otra parte, no se aplica pura y simplemente como una obligación o una prohibición, a quienes “no lo tienen”; los invade, pasa por ellos y a través de ellos; se apoya sobre ellos, del mismo modo que ellos mismos, en su lucha contra él, se apoyan a su vez en las presas que ejerce sobre ellos.(...) El derrumbamiento de esos “micropoderes” no obedece, pues, a la ley del todo o nada; no se obtiene de una vez para siempre por un nuevo control de los aparatos ni por un nuevo funcionamiento o una destrucción de las instituciones; en cambio, ninguno de sus episodios localizados puede inscribirse en la historia como no sea por los efectos que induce sobre toda la red en la que está prendido’[2].



Los métodos de análisis que utiliza Foucault son la arqueología y la genealogía[3]. La genealogía, opuesta a las teorías totalitarias globales, se caracteriza por:

-Un saber minucioso, meticuloso que se adquiere mediante el rastreo de grandes cantidades de información... Trabaja con el material no noble frente a una historia de las cumbres (reyes, batallas espectaculares...)

-Se opone a la búsqueda del origen (Ursprung) metahistórico, sin fechas, que utiliza conceptos inamovibles[4]

-No parte de la idea de evolución continua, sino que trabaja con discontinuidades (en momentos concretos y por múltiples causas emerge algo)



Se produce, dice Foucault, un acoplamiento de los conocimientos eruditos y de las memorias locales que permite la constitución de un saber histórico de la lucha y la utilización de ese saber en las tácticas actuales. Se trata de una insurrección de los saberes sometidos, de hacer entrar en juego los saberes locales, discontinuos, descalificados, no legitimados... contra la instancia teórica unitaria que pretende filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en nombre del conocimiento Verdadero y de los derechos de una ciencia que está detentada por unos pocos.



Las genealogías no son retornos positivistas a una forma de ciencia más meticulosa o más exacta; las genealogías son precisamente anticiencias. Una búsqueda de la ‘insurrección de los saberes’ no tanto contra los contenidos, los métodos o los conceptos de una ciencia, sino y sobre todo contra los efectos de un saber centralizador que ha sido legado a las instituciones y al funcionamiento de un discurso científico organizado en el seno de una sociedad como la nuestra. La genealogía no funda, remueve lo que se percibía inmóvil, fragmenta lo que se pensaba unido, muestra la heterogeneidad.



La arqueología sería el método propio de los análisis de las discursividades locales y la genealogía la táctica que a partir de estas discursividades locales así descritas, pone en movimiento los saberes que no emergían, liberados del sometimiento.



En Vigilar y castigar aparece el poder como construcción positiva a través de múltiples tácticas a diferencia de las primeras obras en las que aparece una concepción puramente negativa (funcionamiento sólo por represión) que terminó por parecerle insuficiente. El cambio se produjo en el transcurso experiencias concretas a partir de los años 71-72 en relación con las prisiones, entonces sustituye el esquema jurídico y negativo por otro técnico (compuesto de múltiples tácticas) que lo elabora en Vigilar y castigar (publicada en 1975) y lo utiliza después en Historia de la sexualidad.



Antes de empezar con la obra en cuestión, considero interesante destacar que Foucault comenta en Microfísica del poder que las acciones puntuales y locales pueden llegar bastante lejos y pone como ejemplo la acción del GIP (grupo de información sobre las prisiones) en las que él participó activamente. Las intervenciones que realizan no parten del humanismo, no se proponían como objetivo último que las visitas a los prisioneros llegaran a ser de treinta minutos o que las celdas estuviesen provistas de retretes, sino llegar a que se pusiese en cuestión la división social y moral entre inocentes y culpables. Con la prisión se mantiene el terror del criminal, se agita la amenaza de lo monstruoso para reforzar la ideología del bien y del mal.



Señala las diferencias entre una práctica humanista y la que se desarrolla en el GIP:



Sobre el sistema penitenciario el humanista diría: Los culpables son culpables, los inocentes, inocentes. De todas formas un condenado es un hombre como los otros y la sociedad debe respetar lo que hay en él de humano: ¡en consecuencia, retretes!. Nuestra acción, por el contrario, no busca el alma o el hombre más allá del condenado sino que busca borrar esta profunda frontera entre la inocencia y la culpabilidad. (...)

Queremos cambiar la institución hasta el punto en que culmina y se encarna en una ideología simple y fundamental como las nociones de bien, de mal, de inocencia y de culpabilidad.(...)

Para simplificar, el humanismo consiste en querer cambiar el sistema ideológico sin tocar la institución; el reformismo en cambiar la institución sin tocar el sistema ideológico. La acción revolucionaria se define por el contrario como una conmoción simultánea de la conciencia y de la institución; lo que supone que ataca las relaciones de poder allí donde son el instrumento, la armazón, la armadura.



La obra Vigilar y castigar se nos presenta como una genealogía del actual complejo científico-judicial de los métodos punitivos, arrancando del corte epistemológico de los nuevos sistemas penales de los siglos XVIII-XIX, pero la obra desborda los límites de una genealogía penal, más bien es una genealogía de la moral moderna a partir de una historia política de los cuerpos[5]. Introduce en esta obra un elemento muy interesante: las relaciones poder-saber (el poder crea saber y este da lugar a relaciones de poder y las legitima), mostrando así el origen disciplinario de las ciencias humanas y estudiando su configuración a partir de la reestructuración del sistema penal. Se analiza aquí el cómo del poder, captando sus mecanismos desde dos puntos de relación, dos límites: las reglas del derecho -que delimitan formalmente el poder- y los efectos de verdad que este poder produce, transmite y que a su vez reproduce. Nos encontramos así con el triángulo: poder, derecho y verdad-saber.



Foucault aclara la pretensión de que su obra ‘debe servir de fondo histórico a diversos estudios sobre el poder de normalización y la formación del saber en la sociedad moderna’. En cuanto al método de investigación, no se limita al estudio de las formas sociales desde un punto de vista general, así se corre el riesgo por ejemplo de considerar los procesos de individualización de las penas como un inicio de la suavización punitiva en las mismas cuando, como veremos, es un efecto de la nueva táctica de poder y los nuevos mecanismos penales para que sean más eficaces y económicos. Para realizar su trabajo se centra en el modelo francés y hace uso de las siguientes reglas de estudio:



1- No centrar el estudio de los mecanismos punitivos en sus únicos efectos represivos, en su único aspecto de sanción, sino reincorporarlos a toda una serie de efectos positivos que pueden inducir, incluso si son marginales a primera vista. Considerar, por consiguiente, el castigo como una función social compleja.

2-Analizar los métodos punitivos no como simples consecuencias de reglas de derecho o como indicadores de estructuras sociales, sino como técnicas específicas del campo general de los demás procedimientos de poder. Adoptar en cuanto a los castigos la perspectiva de táctica política.

3- No separar para el estudio la historia del derecho penal y la de las ciencias

PRESA CAPTURADA EN LAS REDES DE SU SOMBRA

Presa capturada en las redes de su sombra
Juan Dobon y Gustavo Hurtado
“Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro

Paredes de la alcoba, hay un espejo.

Ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo

Que arma en el alba un sigiloso teatro”

J.L.Borges

Ya Freud en su “Introducción del Narcisismo” señalaba las relaciones de fascinación y captura que toman al sujeto en diferentes posiciones tales como el enamoramiento, la hipnosis, los fenómenos de masa y las neurosis. Centrando la distinción entre cada una de estas posiciones en las relaciones entre el yo ideal, Ideal del yo y el objeto. Habiendo distinguido a su vez las diferencias con el ideal del yo en su función estabilizadora del yo. En el “enamoramiento desgraciado” nos dirá que no se trata ni de un empobrecimiento ni de un enriquecimiento del yo. Sino que en los estados de captura amorosa mas extrema de lo que se trata es de la “introyeccion” del objeto por parte del yo. En la identificación, a diferencia del enamoramiento extremo el objeto desaparece para ser reconstituido luego en el yo. La conciencia moral puede llegar al extremo de quedar suspendida llegando aun al crimen pasional sin remordimiento dirá Freud. En ciertas adicciones hemos observado esa fascinación y posición sufriente del yo ideal en aquella posición de servidumbre. En una suerte de amor desgraciado donde las funciones del Ideal del yo han quedado suspendidas. Notemos que trasciende lo que podría pensarse como una tendencia a la idealización del objeto, sino lo que allí se pone en juego a diferencia de la situación amorosa es toda una economía de sufrimiento que conocemos como goce. Lógica desprendida del principio del placer, que podemos repensar desde los desarrollos de Lacan bajo las coordenadas de la relación entre el yo, el sujeto y el Otro.

Un paciente cuya modalidad de presentación clínica se sostiene en su identificación al Sujeto de la referencia Social del “soy adicto” es alguien que obtiene del lado del yo una ganancia de goce, que no apunta sino a hacer al Otro consistente. Aquí hay que recordar nuevamente la articulación que hace Lacan entre el objeto a, como referente lógico, con la inconsistencia del Otro, al señalar que el a se ubica siempre con relación al Otro tachado, y es aquello que viene a obturar su inconsistencia[1]. Al obturarlo, hace del Otro un Otro sin barrar, un Otro de la demanda incoercible.

En el pasaje al acto generalmente vemos cómo un paciente identificado a este “soy adicto” cae de la escena como el objeto que asegura la verdad del Otro, a través de este punto de goce, que está detrás del personaje que le brinda el Sujeto de la referencia Social a nivel del moi. Porque el objeto a, en tanto plus de gozar, aquí emerge como formando el núcleo real del yo, como aquello que lo imaginario viste, que está en la base del moi y le brinda consistencia.

En el Grafo del deseo, el vector que va del i(a) a moi es unidireccional. Está dado por el circuito que va desde la imagen especular a la constitución del yo por el camino de la subjetivación por el significante. Esto permite que el i(a) estabilice una imagen anticipada del moi que tomó de sí mismo en su campo especular. Por lo cual, el moi precipita las identificaciones que le vienen del i(a). Su reversión no es directa, requiere el pasaje por un doble corto-circuito: el primero, se configura en función del ideal del Otro, de donde provienen los ideales y valores de la cultura y, el segundo, como vía de regreso entre el Otro y los significados del Otro. De este último, tesoro de los significantes, el moi extrae los falsos nombres para “ser”; de esto nos hablan los “soy adicto”, “soy alcohólico”, etc..

En los pacientes identificados al Sujeto de la referencia Social desde el “soy adicto” la instalación del plus de gozar en el i(a) es predominante, y es lo que brinda coherencia a ese moi, en el sentido de darle una unidad ilusoria, con eso que se nos presenta a la manera del rasgo de carácter y emula su dureza. La ilusión de unidad que le da al moi el objeto a entre paréntesis, aparece en estos casos de un modo muy claro articulada a su función de lugar de ganancia de goce y no de causa del deseo. En definitiva, en su función del plus de gozar, el objeto a no hace más que mostrar la marca del padecimiento en la carne del viviente.

“Si, -tal como sostiene el historiador Ignacio Lewkowicz[2]-, la producción de subjetividad resulta de la instauración de unas marcas efectivas sobre una carne y una actividad psíquica, lo cierto es que estas marcas, logrando por un lado su resultado, por otro producen un campo de efectos secundarios, ineliminables, e invisibles para los recursos conceptuales y perceptivos de la situación en que se instituye la subjetividad de marras. No hay marca que al marcar un aparato psíquico, por ejemplo, no produzca un exceso, o un plus, o un resto. Ese resto es efecto de la operatoria que instituye los soportes subjetivos pertinentes para las situaciones efectivas.”

En concordancia con D. Rabinovich en su trabajo sobre las impulsiones, podemos decir que las Patologías del Consumo son presentaciones del sujeto del lado de la pulsión y no del lado del deseo. Aparecen bajo las distintas modalidades del i(a) cuando, en lugar de poner el acento en la i minúscula y ocuparnos de la imagen narcisística y su relación con el ideal, nos dirigimos al objeto que está entre paréntesis, a aquello que el ser del sujeto bajo el “soy adicto” como Sujeto de la referencia Social viene a revestir.

De éste modo, podemos ver cómo el Sujeto de la referencia Social, este “soy adicto”, que ingresa a la estructura psíquica del lado del Ideal del yo, se inscribe en dicha estructura al modo de un rasgo de carácter, como marca articulada con el goce cuya estabilización está dada a nivel del Superyó, presentándose de un modo egosintónico. Goce que viene a redoblar a aquel que desde el núcleo real del yo infiltra el carácter, el “ser” del moi .

Pensemos la relación clínica que queda planteada entre estos rasgos de carácter, la economía pulsional del objeto(displacer/ goce) y las fallas de la función del padre. Diríamos que se infiltra en el carácter lo peor , no del carácter del padre sino de las fallas de esa función.

Es posible concebir que algunos de los jóvenes que se identifican masivamente al significante “adicto” lo hacen una vez que padecen la caída frente al Ideal del yo, soporte hasta ese momento de la consistencia narcisística de su moi, apropiándose quizás como ultimo recurso, de los atributos nominales que el discurso médico-legal, en su función de control, adjudica a este Sujeto de la referencia Social.

Por Lacan sabemos que el Otro es quien sanciona el mensaje[3]. Aunque no se trata de alguien, sino de una alteridad radical. Es el lugar donde el decir es leído y sancionado como dicho. Es el tesoro del significante[4] y las reglas de su empleo y, como tal, Lacan lo concibe como un topos más que como un lugar espacial. Esto es una modificación de la teoría de la comunicación humana introducida por Lacan que postula para las neurosis que el emisor recibe su propio mensaje en forma invertida desde el Otro; es decir, que en ellas se produce la ilusión de que el mensaje es del emisor hacia el Otro. Para las psicosis Lacan dirá que allí se revela que el mensaje es del Otro[5]. Esto no sucede en la mayoría de las presentaciones clínicas de las llamadas adicciones, pues vemos que al decir de sí mismo “soy adicto”, quien se identifica a este significante no hace sino apropiarse del mensaje que le viene del sistema de la referencia social.

Lacan, al realizar la operación conceptual de separar el Ideal del yo del Superyó, lo hace para situar, del lado del Ideal del yo, el carácter de regulador de las demandas del sujeto como aquel punto imposible del yo, conjunto de significantes dador de identificaciones, desde donde el yo podrá verse como amado o amable y, del lado del Superyó su más allá de la demanda, bajo las funciones de la auto-observación, la crítica y la conciencia moral.

El “soy adicto”, en este tipo de pacientes, opera al modo de un by pass, donde se vuelven a pegotear las funciones de ambas instancias psíquicas. Esto es, el sujeto intenta borrar estas diferencias permaneciendo alienado a un significante que funciona al modo de un rasgo de carácter.

Recordemos que Lacan cuando se refiere al rasgo de carácter señala que se trata de aquello que el sujeto toma de lo peor del padre, cuya estabilización se da a nivel del Superyó. Esto explica por qué, en ciertas ocasiones, el sujeto tomado en la pendiente adictiva se presente con una impostura “moralista” en sus dichos; hecho que diversos autores han percibido en cierto tipo de manifestaciones de sus pacientes como posiciones paradójicas. De hecho, en la clínica psicopatológica de este tipo de pacientes es frecuente, aunque no generalizable, cruzarse con aquel que no deja de acusarse bajo el argumento humillante de ser lo peor, por aquello que hace sin poder dejar, ni por un instante, de hacerlo como “presa capturada en las redes de su sombra”.


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[1] .- No hay que perder de vista que esta obturación es una función lógica, que se funda en el objeto como ese deshecho de la operación subjetiva dotado de un valor de verdad que le es propio. En este punto podemos marcar lo que diferencia, salvo contadas excepciones, a este tipo de pacientes de la perversión. Hay que pensarlo del lado de qué Otro se busca hacer consistir con esta obturación. Mientras que el perverso hace existir al Otro del goce y al goce del Otro, en la neurosis el plus de gozar es la verdad que hace consistente al Otro y a su deseo. Lo que este tipo de pacientes hace es sostener al otro garante de la verdad. En la perversión, la consistencia del Otro apunta a garantizar la existencia del goce todo; mientras que en la neurosis, lo que se busca es sostener al Otro en su consistencia como garantía de la verdad toda.

[2] .- LEWKOWICZ, Ignacio; Subjetividad adictiva: un tipo psico-social instituído. Condiciones históricas de posibilidad. Ver CD Drogadependencia - Abordajes múltiples

[3] .- “La sumisión del sujeto al significante -señala Lacan en "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano"- que se produce en el circuito que va de s(A) a A para regresar de A a s(A), es propiamente un círculo en la medida en que el aserto que se instaura en él, a falta de cerrarse sobre nada sino su propia escansión, dicho de otra manera a falta de un acto en el que encontrase su certidumbre, no remite sino a su propia anticipación en la composición del significante, en sí misma insignificante. La cuadratura de ese círculo, para ser posible, no exige sino la completud de la batería significante instalada en A simbolizando desde ese momento el lugar del Otro (…) Esa cuadratura, sin embargo, es imposible, pero sólo por el hecho de que el sujeto no se constituye sino sustrayéndose a ella y descompletándola esencialmente por deber a la vez contarse en ella y no llenar en ella otra función que la de falta. El Otro como sede previa del puro sujeto del significante ocupa allí la posición maestra, incluso antes de venir allí a la existencia, para decirlo con Hegel y contra él, como Amo absoluto (…) puesto que es por él como el sujeto se constituye, por lo cual es del Otro de quien el sujeto recibe incluso el mensaje que emite.” Escritos 2, Ed. Siglo XXI, pág. 786.-

[4] .- El Otro (A) “… es el lugar del tesoro del significante, lo cual no quiere decir código, pues no es que se conserve en él la correspondencia unívoca de un signo con algo, sino que el significante no se constituye sino de una reunión sincrónica y numerable donde ninguno se sostiene sino por el principio de su oposición a cada uno de los otros”. Alfredo Eidelsztein hace derivar la diferencia entre código y tesoro del significante de los sentidos que el propio término tesoro posee: por una parte, indica la reunión de cosas preciosas, de valor, acumuladas para ser conservadas y que, por más grande que sea, nunca indica totalidad. Por otra parte el tesoro es también el lugar donde esos elementos son conservados juntos.

[5] .- Con relación a esto es oportuno recordar las alucinaciones auditivas en las que el Otro le habla al psicótico, hecho que señala que éste último no ha podido recubrir esta dimensión de la estructura apropiándose del mensaje.

LA RECUSACION DEL GOCE FALICO

La recusación del goce fálico
(Un modelo vectorial)
Juan Dobon y Gustavo Hurtado
En el transcurso de nuestra investigación, nos vimos llevados a dar cuenta de lo que acontece cuando un sujeto es tomado en la pendiente del consumo a la adicción. Para ello concebimos un modelo vectorial de la toma adictiva. Hemos utilizado para su escritura lógica los matemas de Lacan que acompañan a las fórmulas de la sexuación del Seminario 20[1] de 1972. Es un modelo que didácticamente secuenciamos en tres tiempos.

1.- Primer tiempo: la recusación del falo y el Goce Cínico
En concordancia con los desarrollos acerca del goce cínico y de la ruptura del matrimonio con el falo planteados por los colegas de Toxicomanía y Alcoholismo, creemos que puede pensarse para cierto tipo de adicciones la posición del sujeto realizando un goce distinto al del fálico (ya se trate de Otro goce o bien una economía hecha a su medida). Desde esta nueva posición el sujeto genera la ilusión de sostenerse en un mundo segregado; ilusión transitoria de un “mundo feliz”. De esta manera este tipo de pacientes pretende producir un goce a la medida de su cuerpo donde, transitoria o definitivamente, cuestiona de hecho el fuera del cuerpo del goce fálico.

Se lee en este punto una doble segregación: segregación del Otro[2], es decir, ya no goza como todos, y segregación al Otro. En este último caso se trata de una segregación a los lazos de discurso que le proponen que goce “como todos”, como “cualquier otro”.

Planteamos aquí que sin saberlo este tipo de adictos configura un nuevo régimen de goce. Muchas veces en su discurso esto toma la pendiente moralista-moralizante de que sólo acceden a este régimen quienes comparten su manera y su compulsión de gozar.

Por otro lado, la ciencia positiva sustancializa el par adicto-droga otorgándole un sentido a las conductas observables del paciente con relación a las propiedades farmacológicas de la sustancia en cuestión.

De esta manera se funda un nuevo discurso: el discurso tóxico. Tóxico en su contenido, en su objeto y por sus consecuencias, ya que no hace más que reforzar la discriminación al desconocer por estructura la lógica de la segregación en juego.

La desconfianza de los autodenominados adictos en el saber del analista o de los discursos “psi” revela otro hecho de la estructura: la recusación del goce fálico y la estabilización que este produce con relación al saber inconsciente. La palabra pierde su valor de cambio y se transforma en artefacto, en puro artificio.

Esta desconfianza se anuda íntimamente con la posición cínica. Posición que, tal como la define Eric Laurent en Tres Observaciones sobre la toxicomanía, puede ser escrita matemáticamente como F0. Los colegas de Toxicomanía y Alcoholismo[3] (TyA) retoman a Laurent en este punto y amplían sus desarrollos.

La escritura de F0 la propone Lacan con relación a las psicosis, como un efecto en lo imaginario del “llamado vano hecho en lo simbólico a la Metáfora Paterna”. Esto es, Lacan habla de la ausencia de la regulación fálica del goce como consecuencia de la forclusión del Nombre del Padre, a partir de la que emerge un goce que retorna sobre el cuerpo del sujeto vivido como goce del Otro. Forclusión que escribe como P0 y pone en relación con el F0 .

Hasta aquí en coincidencia con esos trabajos, y en especial cuando se señala que es en la clínica donde se verifica la distancia existente entre este goce puesto en juego en las psicosis y el que entra en juego en cierto tipo de toxicomanías, ya que en éstas el goce no es vivido como del Otro.

Sin embargo apreciamos que no se trata tan sólo de una ruptura con el goce fálico, sino más bien de una operación que, abrevando en el discurso del derecho, preferimos denominar recusación del falo. Dado que creemos que no invalida una función sino que la declara no competente en una causa. En ciertas formas de presentación del heterogéneo grupo de las Patologías del Consumo la recusación del falo no implica necesariamente un fuera de falo total, sino que estos sujetos la restringen a las consecuencias de su vínculo con la sustancia. En estos casos no sólo está presente el significante del Nombre del Padre, sino que, incluso, esta recusación no debiera pensarse como definitiva o estructural. Dejando por fuera aquellos casos donde se ven asociados adicción y psicosis. No se trata pues de una ausencia de la regulación del goce fálico determinada por la forclusión del Nombre del Padre, sino de una operación de sustracción de la esfera de la significación y del goce fálico. En última instancia, lo que queda recusado es el discurso analítico.

Es por ello que preferimos escribir esta operación, la recusación del falo, para diferenciarla de la escritura de la ausencia de regulación del goce fálico en las psicosis, como F(0).

Escritura de una nueva modalidad de goce, en este caso, hecho a la medida del sujeto, que respeta los matemas que produce Lacan para acompañar las fórmulas de la sexuación presentadas en su Seminario 20 de 1972.

Esta escritura, lejos de ser una abstracción matemática, nos enseña que la posición del sujeto con relación a la causa de su deseo se encuentra regulada por el significante falo en su doble función. Es decir, tanto como el significante soporte del sujeto (soporte a su vez del medio sentido de la palabra) y como significante del goce. Significante fálico que, a su vez, modula la distancia entre la causa (a) y el puro imaginario (La tachado), escritura lacaniana de la imagen del cuerpo. La relación entre el sujeto y la causa (a) es fantasma. Fantasma que es el soporte de lo que para Freud es el Principio de Realidad.

En el lado mujer escribimos el lugar radicalmente otro en su fundamento. El La tachado es el topos donde los seres que asumen el estatuto de La mujer gozan de un cuerpo, sólo que de ese goce nada puede decirse.



En ciertas presentaciones de las adicciones vemos cómo la relación del sujeto con la causa, el fantasma, se ve distorsionada frente a la recusación del goce fálico.

Creemos que resulta arriesgado sostener que los adictos no tienen fantasma. Mas bien, pensamos que habría que apreciar cómo el sentido y soporte de su realidad psíquica puede verse modificado por la ruptura de este vector F ----- La tachado.

Lo que a nivel del grafo del deseo aparece como una vinculación unidireccional entre el deseo y el fantasma, se representa a la altura del Seminario 20 como una cuestión bastante mas compleja. Aparecen dos vías de acceso a la representación de la relación del sujeto con el deseo del otro. Una, la ya recorrida del fantasma; y otra, la relación entre el La tachado con el significante de la falta, por un lado, y con el falo (F), por el otro. Esta última regula la relación del Otro Goce con la función fálica. La recusación del falo afecta este vector y determina modificaciones en las relaciones y distancias entre la causa del deseo y el topos del La tachado, apareciendo lo que denominamos el pegoteo entre a y La.

2.- Segundo tiempo: Lo perpetuo o el pegoteo entre a y La tachado.
Es dado observar en la clínica de cierto tipo de adicciones una temporalidad suspendida, congelada. Forma atemporal del sufrimiento que remeda el tiempo de la reclusión carcelaria o manicomial. Toma al sujeto en la ruptura con las coordenadas de su realidad simbólico-imaginaria. Reversión del plus de gozar sobre el sujeto. Bajo este tiempo perpetuo apreciamos cómo también se ve comprometida su espacialidad. En estos casos, la realidad fantasmática y su ser se encuentran cooptados por un goce diferente al de la común medida (F). Esta economía de un cuerpo que goza en un sin-tiempo, que se “feminiza” y se debate en sensaciones sin retorno no es más que el efecto de pegoteo entre un sujeto tomado en posición de objeto (la causa de su deseo) y eso de lo que nada puede decirse, que es de qué goza el cuerpo del Otro, por estar irrevocablemente enajenado de su propio cuerpo.

Este pegoteo entre el a y el La tachado está reforzado y sostenido por otro tipo de objeto, que no es el objeto causa del deseo, el objeto a. El tóxico es un falso objeto de la demanda pulsional. Falso no por carecer de efectos, sino en la vía de lo que antes señalábamos al hablar de la necesidad (perdida para el hablante) y la inexistencia de un objeto natural para la satisfacción de una demanda. Esta vacilación no es específica de la toma adictiva. La observamos, por ejemplo, cuando el amante homologa y sustancializa el cuerpo de su partenaire, confundiendo el cuerpo de la amada con la causa que porta. Vana ilusión neurótica de hacer existir La mujer. Como puede apreciarse en la figura, la recusación (con el goce fálico) y el pegoteo (entre a y La tachado) en este segundo tiempo se ve reforzada por la presencia de un falso objeto.

Resulta interesante ver cómo Lacan sitúa del lado del no todo[4] estas tres inconsistencias (inconsistencia de lo simbólico: significante de la falta en el Otro; inconsistencia de lo imaginario: La tachada, e inconsistencia de lo real: objeto a, a las que ya hicimos referencia en Histeria y Cuerpo[5].

Lo que a nivel del grafo aparece como una vinculación unidireccional entre el deseo y el fantasma, se representa a la altura del Seminario 20 como una cuestión bastante más compleja, aparecen dos vías de acceso a la representación de la relación del sujeto con deseo del otro, una la ya recorrida del fantasma, y dos la relación entre el La tachado con el significante de la falta, por un lado, y con el falo, por el otro. Esta última regula la relación del Otro Goce con la función fálica y el goce del que de aquí se desprende la ruptura, la suspensión o el exceso de esta relación con el falo, determina modificaciones en las relaciones y distancias entre la causa del deseo y el lugar del La tachado.

La posición cínica se modula de esta manera hacia una feminización que no debemos confundir con el empuje a la mujer del que habla Lacan con relación a la psicosis paranoica. Feminización que se manifiesta en dos direcciones posibles: la autentificación de un goce con Dios en la vía de los místicos, los desasidos del humor y de los mágicos; todos ellos miembros de la legión de las formas extremas de la frustración de amor. La segunda vía nos conduce directamente a aquellos sujetos tomados en la posición de una frustración de goce.

3.- Tercer tiempo: los esclavizados ... y la frustración de goce.
La clínica nos enseña aquí que rotos los lazos con el Otro, perdidos el valor y las consecuencias de los actos, quienes se encuentran en este punto en el que la palabra ha extraviado además su dimensión de efectividad, se topan con una última barrera: la necesidad de la presencia de un Otro real. Los signos de su presencia o de su ausencia sumergen al así tomado en un circuito de demandas (pulsionales) arbitrario y caprichoso, absolutamente desregulado y desasido de la función estabilizadora que otorga el fantasma.

Como vemos, no se trata de grados o pasajes[6], sino de cortes en la vida del sujeto. Aquí la pendiente del modelo vectorial arroja al sujeto tomado por el falso objeto droga (en el sentido de la perdida por estructura del objeto de la necesidad), ilusoria y efectivamente transformado en un objeto “necesario”. Llegado a este punto la ruptura con el otro es sostenida en una posición de aislamiento. Rota la barrera del placer, el dolor y las “sensaciones” se apoderan del viviente, transformando su cuerpo en una pantalla donde se proyectan dichos pasajes de forma anárquica. Ruptura con el saber que deja margen únicamente para una verdad: “Yo (la Verdad) siento“.

Lo mortífero de esta relación ahuyenta todo intento humanista. Conocido es el mote (falso nombre) de “psicópatas” o “actuadores” con que se caracteriza a estos sujetos. Quienes así los denominan se apresuran a nuestro juicio a leer la provocación y el desafío que verdaderamente ponen en juego quienes llegan a este punto. La verdad que vanamente intentan encontrar es el valor de una palabra “que sirva”, un acto que sea “verdadero”. Esta mortificante experiencia se reedita cada vez que los dispositivos tradicionales fracasan al abordarlos a través de la palabra. No hacen más que hacer consistir un Otro (psi) a la medida de su rechazo.

El repetido fracaso de los dispositivos fundados en la ética de la palabra no debe hacernos retroceder en nuestro intento de establecer y reinstaurar una lógica de la cura en estos casos.

Cura que no puede pretenderse tal si no resitúa las coordenadas del saber (sobre su dolor), de una verdad que el significante no sutura; vía ésta que de evitarse sólo llama a un nuevo rechazo.


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[1] .- Lacan, Jacques; "Seminario Libro 20: Aun", Ed. Paidós, 1989.

[2] .- Tarrab, Mauricio; La segregación del Otro. En “Sujeto, Goce y Modernidad III: De la monotonía a la diversidad”. Toxicomanía y Alcoholismo. Atuel-TyA, Buenos Aires, 1995, pág. 43 y ss

[3] .- TYA forma parte de la red internacional de grupos del Campo Freudiano integrados por Argentina, Bélgica, Brasil, España, Francia, Italia. La red TYA investiga las incidencias de la clínica psicoanalítica en aquellos sujetos que se definen en relación al consumo de tóxicos. Se constituye como grupo a partir de la iniciativa de Jacques-Alain Miller en 1992, en el marco de la creación de la Escuela de la Orientación Lacaniana en Buenos Aires. TYA cuenta con dos publicaciones: la colección de los libros Sujeto, goce y modernidad y la revista Pharmakon.

[4] .- Imposibilidad de lo simbólico, el significante de la falta en el A, agujero de lo Real: el objeto a, y este lugar de la mujer que no existe (el La) lugar imposible para ambos sexos. Se trata de un nombre lógico; es el lugar de lo que no puede decirse del goce del otro que está perdido por estructura. No debemos confundir la causa del deseo del otro con el goce del otro. Al decir que la mujer no existe decimos que:

· no es universalizable (no se esta negando con esto a la función fálica en el campo de lo femenino, sino al universal femenino como lógica)

· así escribe Lacan la privación: a la mujer en lo real nada le falta, es decir su no castración. Pero la inexistencia de la excepción es lo que hace que falte el limite que cierra el conjunto del universo de discurso. La mujer tachada es un conjunto abierto.

· que no todo en ella está sujeto a la lógica de la función fálica .

Quedando de esta manera asentados al menos dos goces: en primer lugar, el fálico y, en segundo término, el Otro Goce, siendo para el hombre justamente éste el obstáculo para acceder al goce del cuerpo de la mujer por otra vía que no sea la fálica. En cuanto a las mujeres su relación con este Otro Goce no deja de ser una confrontación con el propio saber, ya que la mujer no puede decir algo de él “pero si puede decir lo que de él sabe”. La angustia, que linda allí con el deseo, nos recuerda el punto límite del cuerpo como soporte de la causa última del deseo. Allí el cuerpo desnuda su carácter de viviente mientras que lo inconmensurable y singular de ese Otro Goce reverbera en sus bordes, la piel y se abisma en sus agujeros.

[5] .- DOBON, Juan; HURTADO, Gustavo; ALLEGRO, Fabián y otros; Histeria y Cuerpo: Seminario Abierto de Psicoanálisis, EdAMA, Buenos Aires, 1995.

[6] .- Mucho menos de apelar a los continuos de riesgo o de consumo tan caros a los discursos sanitario, legal, preventivo y, en especial, al neo-conductismo.

SOY ADICTO

La identificación masiva al significante “soy adicto” del Sujeto de la referencia Social
Juan Dobon y Gustavo Hurtado


“Soy adicto” es la expresión con que al presentarse un sujeto pretende escabullirse. Es la respuesta anticipada, como toda respuesta, por la vía de lo que Miller llama la Identificación bruta (masiva) al significante[1]; esto es: un sujeto identificado a un significante en posición de objeto (no de objeto causa), con el fin de volver consistente al Otro y accediendo así a una modalidad particular de recuperación de goce.

Si, como dice Lacan, el objeto a en su función de plus de gozar es lo que permite unificar al sujeto como sujeto de un discurso en el nivel preconsciente, vemos que este yo se fija[2] ahí para hacer consistente un ser como respuesta que intenta desconocer una verdad de la estructura: “al sujeto le falta el ser[3]”. O, lo que es lo mismo, no existe un “yo soy” que colme al sujeto. Las desgracias del ser, como podrá anticiparse, vendrán en su auxilio.

Cuando esta alienación es a un significante que le viene del discurso médico-legal, como en el caso del “soy adicto” o del “soy drogadicto”, estamos frente a la puesta en forma de lo que llamamos el Sujeto de la referencia Social.

Sujeto éste que especulariza los discursos, donde el decirse adicto o toxicómano no es diferente de lo que ello quiere decir tanto para las ciencias médicas como para el derecho penal.

¿No estaremos, pues, frente a un sujeto identificado a un significante que funciona como signo; es decir, que intenta apuntalar su univocidad aparente, que le congela un ser?

Creemos que en este caso, el Sujeto de la referencia Social es el efecto sujeto de la identificación masiva al significante “soy adicto”.

Este Sujeto de la referencia Social es, ya se trate de un una referencia massmediática, un cuadro nosológico o de una tipificación penal, un sujeto históricamente determinado por los ideales y la moral de una época. Es el efecto directo que en la época actual produce el discurso de la ciencia, basado en la idea que el conocimiento le permitirá acceder al yo del sujeto a un estado de plena conciencia; vía por la cual se llegaría así a suturar la hiancia que existe entre yo, conciencia y sujeto. Esta operación lo que vela es el envés de sombra del sujeto del inconsciente. El “adicto” aparece entonces como el envés de sombra del sujeto consumidor. Es un individuo, en tanto que indiviso, que se presenta alienado a la demanda del Otro social. “Soy adicto” lo ubica, por un lado, con relación a la ley del Código Penal como delincuente; y, por otro, con relación a la semiología médica, como enfermo.

Esto también implica que varios adictos, anclados en esta identificación, se definan como aquellos que han hecho de la adicción el tema de su existencia en el espacio social. En una mesa redonda dictada en el marco de una actividad de la Sociedad Argentina de Psicopatología, el Dr. Alejandro Ariel señalaba que ésta podría considerarse como “una diferencia bastante clara entre el adicto y el consumidor: el consumidor es el que consume la droga pero no ha hecho de ella su existencia en el espacio social[4].”

Es momento, pues, de preguntarnos ¿cuál es la idea de la adicción que aparece en el discurso de los sujetos identificados al “soy adicto”? ¿Qué idea tienen los autodenominados adictos del objeto droga, y qué categoría le asignan en su acto adictivo?

Nos surgen, en este punto algunos interrogantes: ¿el conocimiento engendrado por algunos médicos, psiquiatras y psicólogos respecto de un tratamiento -o de varios tratamientos- de la psique como un órgano infectado por una sustancia no es de la misma índole que el enunciado por ciertos sujetos que se reconocen en el “soy adicto”? Tanto unos como otros, ¿no se ven atrapados en una tentativa de anulación de la subjetividad en su relación con el lenguaje, para consagrar la omnipotencia de la sustancia?

Nuestra experiencia en la clínica psicopatológica nos demuestra que respecto del objeto droga, este tipo de pacientes tiene un discurso especular al del médico. Esto aparece desde el comienzo mismo de cualquier consulta en la que un sujeto es llevado a dar cuenta de su “ser adicto”: muchas veces no hace sino mencionar como causa principal las propiedades farmacodinámicas de la droga, intentando al igual que el médico, dejar de lado todo lo que concierne a su historia y su subjetividad, o pasa a enunciar esto último tan sólo como un elemento complementario de valor secundario.

El simulacro de sustancialización[5] al que los pacientes identificados al “soy adicto” reducen su sufrimiento y su placer no es sólo un mecanismo defensivo mediante el cual intenta huir de sus conflictos, sino -al decir de Vera Ocampo- uno de los resortes de la problemática toxicomaníaca. Cuando uno de esos pacientes habla con expresiones del tipo "el ácido sube", "cómo me pegó el porro", "el ácido me abre la conciencia", “la blanca me pone reduro”, etc., coincide directamente con el punto de vista de las ciencias positivas ya que en ambos discursos la actividad corresponde a la droga, mientras que el sujeto queda relegado a la pasividad, como desposeído de su acto a favor de una biologización massmediática del poder objetivante de la droga.

En cuanto al estereotipo social de los adictos, por otra parte, también registramos ciertos movimientos especulares: "A una determinación social que, entre otras cosas, diseña la figura del adicto -sostiene Le Poulichet-, y a la determinación jurídica que obliga a atenderse a quienes quieren escapar de la cárcel, hace eco esta forma de asimilación de los sujetos a su propio vínculo con la droga. Es notable que ciertos toxicómanos se aferren ellos mismos a esta creencia en un flagelo del que serían las víctimas, y de ese modo alimenten su propio estereotipo, su propia figura normativa. Algunos se presentan entonces, como ya desposeídos de sus actos, opciones o síntomas, a partir del momento en que existen clisés y leyes para asignar una racionalidad a esta anomalía." [6]




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[1] .- MILLER, Jacques Alain; “Para una investigación sobre el goce autoerótico”. En Sujeto, Goce y Modernidad - Fundamentos de la clínica, Toxicomanía y Alcoholismo, Instituto del Campo Freudiano, Atuel - TyA, Buenos Aires, 1993.-

[2] .- “Es esta imagen, yo ideal, la que se fija desde el punto en que el sujeto se detiene como ideal del yo. El yo es desde ese momento función de dominio, juego de prestancia, rivalidad constituida. En la captura que experimenta de su naturaleza imaginaria… implicado como lo está en el desconocimiento en que se inauguran las identificaciones del yo.” LACAN, Jacques; "Subversión del sujeto..." Escritos 2, De. Siglo XXI, pág. 502.-

[3] .- Tal como lo recuerda Colette Soler en su Seminario del Campo Freudiano en Barcelona

[4] .- ARIEL, Alejandro; Conferencia pronunciada en la mesa redonda “El médico y las patologías del consumo” de la Sociedad Argentina de Psicopatología, Buenos Aires, 14 de junio de 1995. Inédito.-

[5] .- VERA OCAMPO, Droga, psicoanálisis y toxicomanía - Las huellas de un encuentro; Ed. Paidós, Biblioteca de psicología profunda; Buenos Aires, 1988, pág. 46.

[6] .- LE POULICHET, Sylvie; Toxicomanía y psicoanálisis - Las narcosis del deseo, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1990, pág. 46.

SINTOMA Y CONSUMO

Modalidades sintomáticas de las Patologías del Consumo
Juan Dobon en colaboración con Fabián Allegro


Las relaciones de las Patologías del Consumo con el síntoma en sentido analítico, al igual que muchas otras formas de padecimiento contemporáneas (bulimia y anorexia, etc.) no son transparentes ni directas.

Desde la perspectiva del psicoanálisis el síntoma es el modo en que cada sujeto padece en su relación con el goce. Esto es así en tanto en que sólo se inserta en su relación con el goce a través del plus de gozar.

Desde una lectura amplia cabría preguntarse, en primer lugar, si la relación unívoca de un sujeto con una o con varias sustancias puede ser considerada de un modo universal como una conducta sintomática.

La hipótesis de la que vamos a partir, en un intento por situar el estatuto del síntoma con relación a las adiciones es, quizás en una forma arbitraria, considerar inicialmente la disyunción entre el valor de verdad y el valor de saber. Entendemos, así, que la posición del sujeto en esto determina dos vertientes del ser.

A lo largo de la obra de Lacan el concepto de síntoma sufre sucesivas modificaciones. El parte de la relectura freudiana de los mecanismos primarios del aparato psíquico que lo lleva a postular, apoyándose en las figuras de la retórica, el concepto de síntoma como metáfora (sustitución significante dirigida a un Otro). Formaliza de esta manera el carácter de formación de lazo social, modalidad para cada sujeto de relacionarse con el Otro. El síntoma en este sentido revela el interrogante fundamental del sujeto con relación a la falta en el Otro. Verdad que en la experiencia analítica sitúa al síntoma como una palabra, es decir, “matriz de la parte desconocida del sujeto". El sujeto nos dirá esta palabra no sólo "por el verbo sino por sus otras manifestaciones. Por su cuerpo mismo el sujeto emite una palabra que es palabra de verdad". Esta verdad en cuestión se emite como significante. Dado el carácter de imposibilidad estructural de abarcar el todo de la verdad del sujeto, esta verdad no es más que el deseo inconsciente del sujeto con su carácter de no todo singular, atemporal e imparcial de esta verdad. En toda formación sintomática confluyen "dos series de motivaciones"; y una de ellas es sexual (correlato de la extensión de la incidencia de la significación fálica sobre un significable). El cuerpo, como vemos, trasciende así cualquier reducción a lo genital.

Su ser simbólico (por ser hablantes y habitados en el lenguaje) revela, por un lado, el carácter mortificante de la palabra sobre el organismo (lo mortifica la marca pero, a su vez, lo eleva en el pasaje de organismo a cuerpo). Y, por otro lado, la operación de vaciado, que en psicoanálisis conocemos como expulsión de la sustancia de goce que produce al hender sobre el viviente. Esto implica un recorte sobre el organismo fundando la disyunción entre goce y cuerpo. Recorte que revela un estatuto del cuerpo muy particular, correlativo a un estatuto topológico que implica la conformación de un espacio fuera-de-cuerpo. Este sitúa la exclusión interna del objeto de satisfacción en una retórica de bordes, trayecto que lleva a que la pulsión encuentre su satisfacción sólo en el recorrido.

La pulsión, como veremos, se satisface en su recorrido, pero su fracaso determina al síntoma como una de sus respuestas ante esta falla.

Lo que Freud descubre básicamente es que los síntomas están esencialmente ligados al deseo inconsciente y regidos por esta economía pulsional. Estableciendo una regulación de satisfacción / insatisfacción que se estabiliza en esta formación significante por vía del principio del placer.

Desde la experiencia freudiana encontramos que la primacía fálica representa un punto primordial en lo tocante a la regulación pulsional (vía fantasma) en la cual la dialéctica fálica acentúa el carácter significante de la formación del síntoma.

Recordamos lo que Lacan propone en su articulo "La significación del Falo" cuando señala que el mismo constituye el nudo de lo que regula la razón en lo que es de analizable del síntoma, tanto en neurosis, psicosis o perversión Allí podemos pensar lo complejo de la implicancia del síntoma y la dialéctica fálica.

El síntoma no es más que un retorno en la neurosis, por vía metafórica, de lo que en la pulsión se establece como su fin.

Tanto en neurosis, psicosis y perversiones uno puede encontrar una modalidad de síntoma con una regulación del goce para cada estructura; por lo que no creemos necesario postular la existencia de una cuarta estructura (la modalidad adictiva) sino que preferimos más bien sostener que la posición del sujeto adicto se adecua a estas tres modalidades de regulación de goce (fálico aun en su ausencia) según su propia estructura.

En las neurosis solemos ver que la modalidad del consumo de las sustancias puede transformarse en una vía alternativa (coartada) de satisfacción pulsional. Esta es la coartada del ser sexuado (en su fantasma) de poder eludir la dialéctica del significante en su condición de ser parlante y recurrir al falso ideal de un objeto-sustancia que le permitiría suturar la hiancia abierta en la inadecuación estructural entre deseo y necesidad.

El marco de la angustia (y sus modalidades de retorno) no logra acallar la inermidad estructural del parlante. Este, en su apremio por la vida, se traduce en el germen de un malestar que condena al exilio a la satisfacción. Es por ello que el deseante se introduce en el árido camino de la vida habiendo perdido al objeto de la necesidad desde un inicio y sólo pudiendo recuperar lo que no es más que la evanescencia ficticia de un objeto de anhelo.

La droga emerge, pues, como un falso objeto que recubre la función de recuperación de goce; al tiempo que comparte la función de valor de uso en la égida de las leyes de un mercado. Falso fetiche que implica coagulación y renuncia del goce. Goce que, en la compulsión, no deja de insistir.

Evidentemente, y de acuerdo a lo sostenido en "El Malestar en la cultura", hay un deslizamiento entre el malestar estructural y las "penas" de las miserias cotidianas que llevan a Freud a postular el carácter ¨lenitivo¨ o de ¨quita penas¨ de los estupefacientes. Él los ubica junto con las grandes diversiones (humor) y el arte. Dato este que ya anticipaba en "Nuevas aportaciones..." cuando situó la dipsomanía dentro de los síntomas secundarios de defensa y en "Adición metapsicológica..." al considerar a la droga como un objeto cuya pérdida opera en la promoción de una respuesta alucinatoria por la vía del deseo (alucinosis tóxica).

Como vemos, para Freud las sustancias son pasibles de operar metapsicológicamente en tres niveles:

· En el ámbito de la experiencia de satisfacción y la realización sintomática del deseo en la alucinación desiderativa (carácter regrediente de la carga hacia el polo perceptivo).

· Como síntoma de la defensa secundaria propone una falsa verdad (yo soy eso que consumo). El carácter distractor de esta falsa verdad introduce un marco temporal diferente: lo instantáneo y repetitivo del acto anticipa intuitivamente la verdad de que el goce está perdido y, simultáneamente, posterga otro tiempo que es el de arribar al saber de las consecuencias de su propio acto.

· Bajo la égida del humor se debate entre la antinomia que implica, por un lado, la política del deseo frente a los imperativos morales del superyó y, por otro lado, cierto tipo de adictos sostienen una estrategia que es la de evadir la necesidad de castigo, penas por el dolor de existir, que remiten a una culpa estructural por ser deseante. Como punto aparte, una táctica: quedan así condenados, encadenados, tomados por la imperiosa compulsión de tener que repetir su acto (adicción) para sostener su estrategia.

Esta política en ocasiones entra en contradicción con el dispositivo analítico y dificulta el posicionamiento del sujeto en la dimensión de la transferencia, hecho que resignificaría estas formaciones sintomáticas en tanto síntomas analíticos.

Si en la neurosis el síntoma es siempre significación, no se trata más que "de una verdad puesta en forma". Esta puesta en forma está estructurada sobre la base del juego significante. Es una verdad cuyo material es significante. Sabemos por Freud que esta verdad, además de su puesta en forma, deberá estar dirigida a una suposición de saber. Eje en el cual, en una política del deseo, se sostiene aquella estrategia de la verdad y el saber que llamamos transferencia. Sabemos el carácter de desconfianza y rechazo que plantean algunos adictos a sistematizar esta acción, es decir, rechazo de todo saber que cuestione una "verdad supuesta”. Aquella que se le presenta como eficaz en sus efectos y eficiente, transitoriamente, para obturar el malestar.

Con relación a las modalidades del síntoma en las Patologías de Consumo, por último, quisiéramos detenernos en algunas dimensiones clínicas aisladas en nuestro trabajo:

1-La distracción: En ésta el sujeto realiza una acción en ocasiones no pensada con un carácter de falso llamado. No se trata de un fingimiento, ni de una mentira o simulación. Es, en cambio, una máscara repetitiva de angustia que pide la atención del Otro. No es un llamado al Otro (acting out) porque no está fundado en ningún impedimento, ni en un grado extremo de conmoción narcisista (turbación).

Habíamos partido de la formalización freudiana del síntoma de la defensa secundaria. La hipótesis freudiana de la defensa convoca la referencia inmediata del mecanismo de represión. El síntoma de la defensa secundaria es un trabajo sobre el síntoma que no deja de hacer existir a la represión. No desmiente la represión primaria a la manera perversa, ni rechaza una porción simbólica hacia lo real como en la psicosis.

Así la dipsomanía y algunas compulsiones adictivas operan obteniendo como beneficio, como distractor, sobre el síntoma, a través de un falso enlace. La dipsomanía enmascara el verdadero síntoma, eso que es analizable. La interpretación de la máscara refuerza y muchas veces hace más consistente el síntoma. Sabemos por Freud que los síntomas de la defensa secundaria no diluyen el síntoma sino que acentúan el rigor de la compulsión.

2- La ruina: El sujeto ha agotado no solo su economía (pulsional), sus recursos (narcisistas), sino que ha expoliado también el medio de producción (el cuerpo). Dimensión del agotamiento: "fisura" del cuerpo que resquebraja el ser. Momento privilegiado para un posible abordaje por la palabra. "La sal no sala" y el hábito no viste. Sin embargo, no es condición aun de la escisión (Spaltung) del sujeto. Dado que es tiempo de la mirada que se cierra sobre sí misma en un ver, verse o hacerse ver, arruinado. Esta emergencia de la autobservación sólo permite, dada la fugacidad de la temporalidad pulsional, instantes de vacilación, que rápidamente se cierran sobre sí mismo, dando sólo una lástima que concluye lastimando al Otro. Pendiente melancolizada en la cual el sujeto no emerge sino como un objeto ruinoso dando a ver su miseria. Y esto como condición de conmiseración y no como condición de lazo, como podría tratarse en la escena fantasmática.

3- La incredulidad (rechazo o desconfianza): Tiempo de recelo, donde el sujeto enfrenta la sospecha de que ya no hay ningún saber que no sea el del tóxico. Vivencia oceánica de la existencia del Mal, otro nombre de su verdad. Refugio de una subjetividad que rechaza todo valor de la palabra. Esta incredulidad es desconfianza, no es aquella increencia que sé, a la que Lacan coloca con relación al dispositivo analítico. Esta se presenta como rechazo radical e inapelable del saber de lo inconsciente; aquella como celada que intenta evitar los efectos que ya sabe. Tampoco nos referimos al Unglauben/desglauben freudiano, señalado por Lacan en el Seminario 11, como un rechazo, una falta de uno de los términos de la creencia en las psicosis. El incrédulo o desconfiado de lo inconsciente no entra en un juego de mentira o verdad; rechaza el juego significante del Otro. Vemos de esta manera cómo se distancian clínica y estructuralmente de la desmentida del perverso que funda contrariamente su apelación en hacer existir al Otro.

4-La des-esperación: Aquí nos encontramos con Roland Barthes y su "espero, eso quiere decir que amo". Dimensión de la llamada, la muestra, allí, el sujeto que busca en la desesperación de verse impedido de encontrar un verdadero significado al Otro en el Otro (acting out es un síntoma). Pero el síntoma, "ese que es goce putrefacto" como dice Lacan, no necesariamente opera en la dimensión de la transferencia analítica. En el acting out lo que se pide es una reentrada al lugar de la transferencia. Por esto Lacan dice: "acting es transferencia sin análisis".

Aquí el neurótico obsesivo no hará más que repetir y mostrar escenas con carácter de proeza, y la histérica agitará su máscara en las escenas del mundo aun a riesgo de romper el marco de la escena social o el de su propio cuerpo (narcisismo). El sujeto desesperado lo es de la angustia. Aun espera, por una lado, a alguien que lo aloje (de esa espera) y, por otro, un topos que devuelva a la palabra su valor.

Freud sostiene que el síntoma para el psicoanálisis es, al mismo tiempo, una formación de compromiso y una satisfacción transaccional. En algunos casos, el acto de drogarse, deliberado y voluntario, remeda una de las versiones más egosintónicas del síntoma. ¿Hay realmente saber acerca de la satisfacción pulsional en juego? ¿O no se trataría más bien de cierto conocimiento sobre que está en juego un goce, es decir un exceso en una economía fundada en un principio que es el del placer?

En algunos sujetos vemos que se encuentran comprometido con relación a dos fantasías, una de carácter social y otra de carácter preconsciente, al estilo de las ensoñaciones diurnas y de las alucinosis tóxicas, pudiendo tal vez guardar relación con las fantasías inconscientes. Dicho en otras palabras, el sujeto para salir a sostener su ser en la escena del mundo, realiza un acto de consumo.

En este sentido, en la clínica de las adicciones nos encontramos además de toda la serie de casos en los que esta adicción está enlazada a una economía particular de goce, con aquellos para quienes la adicción misma se configura de un modo sintomático. Evidentemente este síntoma para ser trabajado analíticamente requiere de su puesta en forma dentro del dispositivo transferencial.

Descriptivamente podemos señalar que están aquellos para quienes la impulsión que sostiene sus actos adictivos se les ha vuelto egodistónica; otros de un modo egosintónico, la han anudado íntimamente al superyó, en un exceso de demanda que obviamente no es sin Otro, al que requieren como condición necesaria, configurando así la porción mayoritaria del grupo de las caracteropatías.