PSIQUIATRIA
TITULO : Factores Pronósticos de Cambio en Hombres Golpeadores. Aplicación de Teorías y Revisión de Hallazgos Empíricos
AUTOR : Scott KL
TITULO ORIGINAL: [Predictors of Change among Male Batterers: Application of Theories and Review of Empirical Findings]
CITA : Trauma, Violence & Abuse 5(3):260-284, Jul 2004
MICRO : Actualmente, sólo la reducción en las psicopatologías y en la ira se asocia con modificaciones en la conducta violenta de los hombres golpeadores.
Introducción
En 1976, el primer programa formal de tratamiento para hombres golpeadores abrió sus puertas en Londres, en respuesta a la inesperada demanda de ayuda clínica por parte de hombres cuyas mujeres se hallaban refugiadas en una asociación de ayuda para mujeres golpeadas. Programas similares se difundieron rápidamente en Europa y EE.UU.
Desde su introducción, estas medidas estuvieron rodeadas por polémicas políticas y profesionales. Los debates están centrados en el tipo de servicio que debe ofrecerse, los pacientes apropiados y el entrenamiento necesario. Sin embargo, la duda más controversial radica en la eficacia de estos programas. Aunque escasa, existe bibliografía sobre los procesos mediante los cuales los hombres golpeadores modifican su conducta. Los trabajos que evalúan los factores que promueven cambios y quiénes tienden a realizarlos son importantes en la identificación de las estrategias e individuos que constituyen el objetivo más adecuado para los tratamientos disponibles.
En la presente reseña la autora sintetiza la bibliografía sobre la eficacia del tratamiento desde la perspectiva de los programas dirigidos a los hombres, sus parejas y el sistema de intervención más amplio. La síntesis establece el contexto para la revisión de los factores pronósticos de cambio en la conducta violenta.
Efectos de los programas terapéuticos en el cambio de la conducta violenta
El éxito de estos programas es de interés para el sistema judicial, que realiza la mayoría de las derivaciones, para las parejas, víctimas directas del maltrato, así como para asesores, administradores y los propios agresores. La mayoría de las evaluaciones de estos programas se centran en las tasas de nuevas agresiones realizadas por hombres que completaron el tratamiento. La revisión de la bibliografía revela que la mayoría de las experiencias indican que aproximadamente 2/3 de quienes completan el tratamiento no vuelven a agredir a su pareja. Sin embargo, la autora destaca que el hecho de que un porcentaje de varones modifique su conducta no significa que el tratamiento sea exitoso. Probablemente uno de los primeros factores que debe reconocerse sea la motivación o la resistencia del hombre en el éxito de la terapia.
Por otra parte, a algunas víctimas de maltrato les preocupa que estos programas las pongan en riesgo al alentarlas indirectamente a permanecer con el golpeador y disminuir la vigilancia. También les preocupa que su pareja aumente el espectro de tácticas manipuladoras al interactuar con otros golpeadores. Sin embargo, otras mujeres son muy optimistas y consideran que el tratamiento promoverá cambios positivos en su pareja. Este grupo experimenta mayor seguridad, bienestar y autonomía y menor aislamiento. La perspectiva final del éxito de estos programas corresponde a la del sistema como un todo. El índice de abandono de los programas varía entre 50% y 75%, y se mantiene independientemente de que la asistencia sea obligatoria o voluntaria. Los sujetos más jóvenes y con menor grado de educación, empleo y nivel socioeconómico, con antecedentes criminales, de alcoholismo o toxicómanos, son quienes tienden a abandonar el tratamiento.
Perspectivas teóricas e investigaciones de los factores pronósticos de cambio
En los últimos 30 años se establecieron varias teorías sobre el desarrollo y cambio de la conducta violenta que ofrecen bases para plantear la hipótesis sobre el éxito de los programas de intervención. Para ciertas teorías feministas la violencia se define como cualquier intento de un integrante de la pareja por obtener el control y es producida por un contexto social que directa e indirectamente respalda la violencia contra la mujer. El cambio de conducta en el golpeador está asociado con la mayor conciencia y comprensión del contexto social patriarcal. El cambio está acompañado por mayor responsabilidad en el empleo de conductas controladoras, mayor respeto para la mujer y reducción de la amenaza a la autonomía de la mujer.
Los análisis sociales respaldan la importancia de la igualdad de sexos en la reducción de las tasas de abuso masculino en las relaciones íntimas. Para las teorías de relaciones, el abuso es el resultado de un sistema de relaciones hostiles y coercitivas. El cambio de conducta en un miembro es el resultado de la modificación en la dinámica de la relación, por lo que la terapia de pareja es necesaria para que pueda alejarse de la relación violenta. Las parejas violentas son distinguibles a partir de variables de la relación como contenido aversivo, afecto hostil, posiciones defensivas y críticas de ambos miembros de la pareja. Las tasas de éxito con la terapia de pareja son similares a las de los grupos de hombres. De acuerdo con la teoría de la personalidad, la violencia se debe a una variedad de trastornos en la personalidad que puede corresponderse o no con un diagnóstico particular. El cambio en el golpeador se asocia con el tratamiento del trastorno. A pesar de la heterogeneidad de los perfiles de personalidad de los golpeadores, el narcisismo y la ira con frecuencia caracterizan a estos sujetos. Los cambios asociados con la ira y el consumo de alcohol producen modificaciones en la conducta violenta.
En la teoría cognitiva conductista el abuso es una conducta aprendida que se mantiene por la ausencia de capacidades no violentas para solucionar conflictos en las relaciones personales. Los cambios en la conducta agresiva se asocian con el aumento de las aptitudes interpersonales. Según la teoría del apego, la violencia es el resultado del apego patológico que conduce a presunciones poco realistas y saludables sobre las relaciones personales. El cambio está asociado con el desarrollo de actitudes y expectativas saludables respecto de la relación, que incluyen el aumento de la empatía por la pareja y la disminución de la dependencia ansiosa que será el resultado del desarrollo de una relación saludable.
La conducta violenta se asocia con el apego inseguro a la pareja. Los hombres golpeadores presentan niveles elevados de dependencia interpersonal. Todavía no se aplicó en estudios la teoría del apego para pronosticar el cambio en la conducta violenta.
Tipología del violento
La predicción del cambio en el hombre violento puede determinarse sobre la base de su personalidad; en este sentido, ciertos tipos de hombres pueden beneficiarse más con la terapia disponible.
Las tipologías de la personalidad creadas mediante el empleo de técnicas deductivas e inductivas sugieren la existencia de tres tipos de hombres violentos. Aproximadamente la mitad de ellos sólo agreden a su familia. Estos hombres presentan deficiencias importantes en sus habilidades sociales en situaciones maritales, son menos positivos y más negativos y más defensivos en la interacción con su pareja, con mayor tendencia hacia la conducta antisocial. Sin embargo, la evidencia no sugiere que estas personas experimenten psicopatologías, sean extremadamente dependientes, estén celosos de su pareja o exhiban mayor riesgo de conducta violenta debido a impulsividad. En este grupo, se espera que las deficiencias de comunicación conduzcan al aumento del conflicto sin resolución con violencia verbal y física relativamente moderada. Las intervenciones en el sistema marital podrían interrumpir la situación.
El segundo tipo, disfórico-fronterizo, agrupa a 1/4 de los abusadores y se distingue por una personalidad fronteriza y niveles elevados de apego temeroso, dependencia y celos. La sensibilidad al rechazo que caracteriza a estos hombres los hace vulnerables a experimentar niveles elevados de estrés en respuesta a conflictos maritales. Además, estos sujetos cuentan con escasas capacidades sociales, presentan cierta predisposición genética hacia la impulsividad con tendencia a consumir drogas o alcohol. Ante el conflicto marital, estos hombres tienden a sentirse atacados por su pareja y recurren a medios controladores y abusivos para expresar su ira y recuperar el control del conflicto. Los hombres con este perfil podrían beneficiarse con la desensibilización sistemática o reestructuración cognitiva para facilitar la aceptación y expresión de sentimientos, particularmente la tristeza, el distrés y los celos.
Por último, el 25% de los golpeadores son considerados violentos y antisociales. Estos hombres suelen ser diagnosticados con trastorno de personalidad antisocial y consumir alcohol y drogas. También producen los mayores niveles de violencia marital y exhiben conducta agresiva fuera de la familia. Tienen una predisposición genética para la impulsividad y la agresión, antecedentes de haber experimentado violencia por parte de su familia de origen y de estar involucrados con entornos delictivos. La combinación aditiva de factores de riesgo tiende al desarrollo de relaciones violentas y poco satisfactorias en todos los dominios de la vida. Estos sujetos requieren intervenciones coordinadas con restricción continua y tratamiento ambulatorio prolongado.
Etapas de los cambios
Los modelos de cambio sugieren que las personas que modifican sus conductas experimentan una serie de etapas discretas e identificables. El individuo puede progresar o experimentar retrocesos. Algunos programas están organizados sobre la base de estos cambios. Todas las teorías proponen que la negación es la primera etapa en el golpeador. En esta etapa, evita responsabilizarse de su violencia, generalmente al negar o minimizar su conducta o culpar a la pareja o a las circunstancias. También suele preocuparse por sus necesidades, percibir a su pareja como objeto para controlar y manipular y creer en la superioridad masculina. En esta etapa considera que el cambio es innecesario. Los cambios se producen con intervenciones que le hagan notar la naturaleza de la violencia, percibir su entorno de otra forma y alentarlo a expresar sus emociones.
En la etapa de crisis y exploración del cambio el golpeador reconoce que su conducta anterior ha sido problemática, duda de su forma de interacción con la pareja y comienza a reconocer el daño que produjo. Perseguido por la ambivalencia, confusión y depresión, el golpeador no sabe qué y cómo cambiar y todavía no se comprometió a modificar su conducta. Estos hombres comienzan a reevaluar los beneficios y costos de la violencia, compatible con la noción transteórica de que el cambio en esta etapa está relacionado con la autoevaluacion.
La tercera etapa es descrita como de preparación anterior al cambio. En ella, los hombres "prueban" estrategias de cambio. También efectúan modificaciones discretas que crean un contexto que facilita el cambio, como por ejemplo alejarse de ciertos grupos y prácticas. El modelo transteórico sugiere que la autoliberación está asociada con el progreso en esta etapa. La cuarta etapa se identifica con el cambio de la conducta. En ella, los hombres reconocen que tienen un problema y están comprometidos con el proceso de crecimiento necesario para interrumpir la violencia. En este punto, los golpeadores son responsables de sus sentimientos y necesidades, reconocen a su pareja como ente separado y consideran que el sexismo es un problema social. Estos sujetos adoptan nuevas formas de hablar, de escuchar y de enfrentar conflictos como clave para el cambio continuo, junto con la aplicación de nuevas herramientas.
La etapa final se caracteriza por la transformación personal, en la que los abusadores pueden pensar de forma abstracta sobre sus relaciones y el mundo social y definir principios y valores morales para su conducta personal. En este punto adoptan principios éticos respecto de la dignidad humana, demuestran preocupación por los privilegios de las mujeres y participan en servicios comunitarios y acción social.
Conclusiones
La autora considera que es el momento de adoptar una postura compleja frente a las preguntas sobre la eficacia del tratamiento del hombre golpeador. En lugar de tratar de determinar si el tratamiento funciona, es necesario examinar quién cambia, cómo y desde la perspectiva de quién. Las respuestas generadas deberán ser tan complejas como las preguntas. De esta forma la investigación será de mayor utilidad para las mujeres y sus hijos.
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