12 may 2008

AUTOAYUDA PARA HOMBRES VIOLENTOS












¿SE PUEDEN TRATAR?

Hombres violentos







El maltrato causa estragos. Más del 20% de las mujeres lo sufre. Es una de las principales causas de muerte y lesiones. En Buenos Aires ayudan a los agresores.





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Por María Farber. Especial para Clarín.com.
informedeldia@claringlobal.com.ar






No hace distinción entre ricos y pobres y es responsable de la destrucción de muchísimas familias. En España o los EE.UU. ha llegado a convertirse en la principal causa de muerte y lesiones entre las mujeres, superando en muchos casos a los accidentes de tránsito y al cáncer. La ayuda para las víctimas siempre existió pero la violencia masculina siguió incrementándose. Por ello, en 2001, la Organización Mundial de la Salud OMS sugirió que, a la par de las víctimas, también se atendiera a los golpeadores. Tratar a las víctimas y no a los agresores es una práctica cuestionable, sostuvieron, teniendo en cuenta la gran cantidad de casos en que el acoso sigue aún después de la separación. Como contraparte, la OMS señaló que los programas para hombres tienen algún éxito en prevenir posteriores actos de violencia: entre el 50 y el 90% de los que finalizan sus tratamientos permanecen “no violentos” durante períodos que van desde seis meses a tres años.

En la Argentina no abundan las opciones terapéuticas especializadas en la atención a hombres violentos. Algunos de los que llegaron a situaciones límite comprobaron esta dificultad: “Busqué ayuda por todos lados, empecé algunos tratamientos que no me sirvieron. Me daba cuenta de que estaba mal, pero no sabía cómo parar. Por suerte llegué acá, gracias a Dios”, dice Claudio, 34, que se refiere al Programa Grupo de Autoayuda para Hombres Violentos de la Dirección General de la Mujer, que ofrece sesiones grupales y semanales bajo la coordinación del licenciado Raúl Mattiozzi.

“Este programa está destinado a funcionar como acompañamiento en un momento determinado, para lograr el cese de las situaciones de violencia”, señala Débora Tomasini, coordinadora general del Servicio Público de Asistencia Integral a la Violencia Doméstica y Sexual de la Dirección General de la Mujer. “Tenemos asistencia para aquellos que por una orden judicial o por voluntad propia quieren cambiar. Tienen un espacio en tanto y en cuanto asuman su responsabilidad, pero esta es una dirección comprometida con políticas públicas dirigidas a prevenir y disminuir problemas de violencia a mujeres, niños y niñas”, subraya.

La violencia familiar como tal no es considerada un delito penal, pero puede producir lesiones que sí lo son. Es claro que a la víctima hay que ayudarla, pero del lado del agresor para muchos la solución es la condena social, moral y la cárcel. Sin embargo, hay quienes creen que una respuesta más integral al problema de la violencia doméstica no está del lado del castigo, sino de la recuperación. “El de la violencia es un patrón que se repite como un calco. Puede que la mujer logre separarse, pero ¿y los hijos? Se es padre para toda la vida. Los chicos van a repetir el modelo, incluso llegan a golpear a la madre. Para cortar el ciclo de la violencia hace falta que todos los integrantes de la familia, por separado, realicen un tratamiento”, dice Mattiozzi.

Asumir la responsabilidad por la violencia es el primer paso y no es sencillo. “Ellos no consideran que tengan un problema, la sugerencia de hacer algún tipo de tratamiento es tomada como algo fuera de lugar, así que esta es una de las cuestiones de más difícil resolución”, explica el profesor Jorge Corsi, director de la Carrera de Especialización en Violencia Familiar de la UBA. En palabras de Daniel, de 48 años, compañero de grupo de Claudio, “uno acá acepta que es violento, pero a nadie le gusta ver eso de sí mismo. Antes pensaba que tenía mal carácter, que era impulsivo”.

De acuerdo a las estadísticas de la Dirección General de la Mujer, sobre 386 pacientes atendidos entre 1997 y 2003, aproximadamente el 30% de los hombres que llegaron al programa lo hicieron por disposición de un juez y el 70% por voluntad propia. Claro que aquello de “voluntad propia” no lo es tanto. “En muchos casos es la mujer o un hijo quien lo manda a hacer el tratamiento. Lo que me importa es que lleguen, a partir de ahí es mi trabajo hacerles dar cuenta de que tienen un problema”, dice Mattiozzi. Tampoco la orden judicial es definitoria, no hay sanciones para quienes no cumplen.

La rueda empieza a girar cuando deja de ser una imposición y se convierte en una decisión propia. “Estar con el grupo y ver a los demás te ayuda”, dice Daniel que lleva dos años en el programa. “Estos son mis pares, me siento contenido”. Después hay que lograr frenar la violencia: “Uno acá se da cuenta de que tiene que aprender a hacer las cosas de otra manera, pero hay que ver cómo uno reacciona después, cuando se enoja con los hijos”, dice Mario, de 32 años.

La recuperación no es fácil. Sobre muchos pesa una denuncia, a veces también una separación que puede o no ser definitiva. La estabilidad emocional es otro de los objetivos. No todos llegan al final del camino. Entre 1997 y 2003, el nivel de deserción alcanzó un 43% entre los casos “judicializados” y el 63% de los que fueron sin mediación de la justicia.

“Tuve que hacer una mudanza y terminé dándole golpes a la heladera porque no lograba hacerla entrar en un espacio chico. No lastimé a nadie, pero fue una reacción violenta. Estoy muy angustiado por eso, no quiero que me vuelva a pasar”, cuenta Claudio, que ya comenzó una terapia individual y está a punto de ser dado de alta en el grupo. “La del programa no es un alta de clínica médica, sino que se otorga cuando el paciente alcanza una estabilidad emocional y existe la posibilidad de comenzar un tratamiento individual”. El trabajo es arduo, pero hay posibilidades. Para Mattiozzi vale la pena intentarlo: “No sé si se curan, sé que se mejoran”.









En números

Algunos datos sobre los hombres que asistieron al Programa Grupo de Autoayuda para Hombres violentos:

El 68% tiene entre 25 y 44 años.

El 53% está legalmente casado.

El 74% convivía con la víctima al momento de incorporarse al tratamiento.

El 87% tiene hijos.

El 81% tiene trabajo.

El 35% terminó el colegio secundario, aproximadamente el 10% completó estudios terciarios o universitarios.

El 42% proviene de una familia violenta.

En el 61% de los casos la violencia se extiende al grupo familiar.

(Datos correspondientes al período 1997- 1º semestre 2004, sobre un total de 423 casos. Área de estadística, Dirección General de la Mujer)

3 comentarios:

Ciclos Consultores dijo...

Tuvimos la maravillosa oportunidad de conocer en estos días la experiencia de Raul Mattiozzi y por esto quería felicitarte por publicar el trabajo serio y sólido que este Psicólogo argentino realiza hace 10 años, lka rigurosidad de su trabajo su experticia en el manejo grupal y la adherencia que los hombres presentan son el reflejo de su trabajo y lucidez.

Anónimo dijo...

ESTIMADOS HERMANOS:
Solicito la amnistía de los violentos domésticos y de los violentos intrafamiliares con sus familiares porque las consortes son psicodélicas y tambien maquiavélicas en la autodefensa personal de una estrategia necrofilica en la parafilia de los varones y porque tambien alcanzamos a la absolucion demográfica mundial de la delincuencia y al ecumenismo cristiano eclesiastico por mi intercesion politica con la organizacion de las naciones unidas y con la organizacion de los estados americanos segun mi email filosófico denominado DEMOGRAFICA ABSOLUCION MUNDIAL del sitio UN.ORG/ES de la organizacion de las naciones unidas.

Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.

Anónimo dijo...

ESTIMADOS HERMANOS:
El antecedente de los violentos intrafamiliares y de los violentos domésticos es de que los tales aborrecen a la prepotencia femenina, es decir, a las esposas petulantes.

Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.