13 jun 2008

FAMILIA Y AUTORITARISMO

Ideología sobre la familia en las ciencias psicológicas. Una perspectiva desde España.



Alberto Carreras







Abstract: Se recuerdan las críticas radicales a la familia formuladas hace una décadas por el Freudomarxismo y la Antipsiquiatría. Se considera que la Terapia Familiar representa el conjunto de las más actuales teorías psicológicas sobre la familia. Se constatan las diferentes ideologías que subyacen en sus más importantes tesis sobre la patología y la terapia de la familia. Aparecen así varios modelos ideológicos de la familia sustentados por diversos grupos sociales.


La ideología sobre la familia ha sido varias veces protagonista de agudas controversias dentro de las ciencias y técnicas de la psique. Sin embargo este debate ha estado acallado en España durante los últimos años. En este tiempo paradójicamente hemos asistido a amplias discusiones sobre temas concretos que afectan a la familia (divorcio, aborto, maltratos, parejas de homosexuales, etc.) en los que han participado muy diversos agentes sociales (juristas, legisladores, sociólogos, servicios asistenciales...). En ellos no ha hablado sin embargo ningún portavoz de la mayoría de psiquiatras y psicólogos o de alguna de sus corrientes de opinión; sólo individualmente han intervenido algunos, a favor o en contra, como expertos y contraexpertos.

¿Por qué? Quizás porque es imposible que los integrantes de estos colectivos lleguen a opiniones mayoritarias -no ya unánimes-, al estar condicionados por ideologías diversas. Quizás porque han evitado hasta el momento suscitar entre ellos un debate ideológico para depurar sus puntos de vista. Quizás por influjo de la extendida ideología desideologizadora, que pretende de nuevo la neutralidad del profesional.

Un artículo mío publicado el pasado mes de junio (1) en la revista MOSAICO, boletín de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar, ha planteado esta cuestión y ha suscitado una amplia respuesta, de tal modo que está ya en prensas un nuevo número monográfico sobre Ideología y Familia con otros artículos, con las respuestas al primero y a una encuesta sobre el tema. Dicho artículo planteaba a los terapeutas familiares de España algunas de las reflexiones que expongo en esta comunicación

En efecto, hay una larga tradición psiquiátrica, que ya considerábamos perdida, de discutir frontal y políticamente el papel de la familia y sus estructuras actuales, pretéritas o futuras, incluyendo propuestas para una saludable desaparición de la familia.

El Freudomarxismo y la Antipsiquiatría fueron hace años las corrientes más críticas de esta institución. Utópicamente, ambas pretendían terminar con la familia, sustituyéndola por otras formas más comunitarias de reproducción y socialización primaria de los niños.

Recordaré que se conoce como Freudomarxismo a una corriente que pretendía sintetizar las teorías de Freud con el marxismo, convirtiendo a aquél en un aliado de la revolución política. Así Wilhelm Reich tomaba de Freud la idea del papel represor del Yo consciente, frente a la libido inconsciente, y consideraba la represión sexual no sólo como origen de la histeria y de otras enfermedades mentales, sino como un aprendizaje y preparación para todo tipo de represión y sojuzgamiento (político, económico...). Por ello la desinhibición y la liberación sexual parecían incompatibles con el mantenimiento de una sociedad represiva como la de aquel momento y se convertían en elementos revolucionarios.

Combatientes antinazis y antifascistas (2) como eran, analizaron la psicología de masas que permitía explicar su auge y denunciaron en la familia los aspectos represores y autoritarios que compartía con la empresa, la escuela y otras instituciones (3).

La antipsiquiatría fue un movimiento de los años 60-70, que aunaba la denuncia contra la psiquiatría, por la contracultura y por la revolución política. El movimiento tuvo muchas cabezas con posturas matizadamente diversas. Los ingleses Ronald D. Laing y David Cooper (4) lo implantaron en sus comunidades terapéuticas (5); los filósofos franceses Gilles Deleuze y Michel Foucault (6) también fueron sus inspiradores, así como M.Mannoni. Franco Basaglia fue quizás el principal líder en Italia, donde se logró la promulgación de la ley 180 que suprimía gradualmente todos los psiquiátricos (manicomios).

Para todos ellos el enfermo mental era una víctima de la sociedad y un síntoma de la enfermedad que padecía esta sociedad "enloquecedora". En cuanto tal, el enfermo escondía dentro de su silencio el secreto de la sociedad. Para los antipsiquiatras había que dejar hablar al loco para que denunciara toda la falsedad, la hipocresía, la incongruencia y la represión de la sociedad. Los locos llegaron así a ser considerados como el estamento revolucionario (en unos momentos en los que el proletariado había dejado de serlo). La psiquiatría tradicional fue definida como el último eslabón social que consolidaba en los individuos su conciencia de "enfermos mentales" cronificándoles así en su enfermedad. Para ellos no encontraba otra solución que la de aislarlos, humillarles y acabar con su humanidad a base de atontarles con pastillas, encarcelarlos o castigarlos con electrochoques y otras técnicas violentas.

Los antipsiquiatras también acusaron a la familia, dedicándole pormenorizados análisis y ataques. Laing y Esterson fueron los primeros psiquiatras europeos que entrevistaron sistemáticamente a las familias de esquizofrénicos, a partir de 1958 y dieron cuenta de estas conversaciones en 1964 y 1969 (7). En estas obras Laing describe diversos mecanismos interpersonales mediante los cuales los otros (generalmente los padres) distorsionan la realidad afectiva y pragmática produciendo diversos tipos de trastornos; entre estos mecanismos, los de proyección, de etiquetado o atribución, la inducción, la imposición, la introyección, los fenómenos de elusión y fingimiento, de alianzas ocultas y diferentes formas de mistificación. Laing traduce también en términos de Reglas y Metarreglas la teoría del doble vínculo familiar y de la comunicación paradójica de los equipos de Palo Alto. De suyo Laing había establecido ya contactos interesantes con los primeros terapeutas familiares americanos, cuya influencia se deja notar en sus obras (8). Está de acuerdo con ellos en que podemos comprender la locura, "al menos en parte" como resultado de la acción del sistema familiar sobre sus miembros:

"Todos los que han realizado estudios detenidos sobre las familias de esquizofrénicos concuerdan en que la conducta aparentemente irracional del individuo se presenta, por lo menos en parte, como racional en el contexto familiar originario. La familia en su conjunto es entonces lo que aparece como irracional."
Por su parte David Cooper en su libro La muerte de la familia (1971) ataca específicamente la familia burguesa (patriarcal y monogámica) pero amplía su crítica al modelo familiar de cualquier sociedad explotadora, ya sea esclavista, feudal o capitalista. También él relaciona la familia con la generación de la esquizofrenia:
"Las investigaciones sobre la génesis de la esquizofrenia en familias, realizadas en las dos últimas décadas, han mostrado con claridad suficiente que la locura se hace inteligible cuando se entienden los sistemas de comunicación-acción que trabajan en el seno de la familia nuclear..."
En resumen, las críticas a la familia se dirigen hacia dos aspectos: uno político (la familia es un instrumento para la perpetuación de una sociedad explotadora, autoritaria y represiva) y otro específico del ámbito psiquiátrico: la familia es la principal generadora de la locura de sus miembros. Esta última tesis la compartirán con los primeros terapeutas familiares sobre los que quiero centrar la atención.
Tanto el freudomarxismo como la antipsiquiatría propugnaban la abolición de la familia en general (tradición anarquista ) o al menos la de la familia burguesa (propuesta de tradición marxista). Ambas tradiciones se entremezclan con frecuencia, pero existe alguna diferencia entre ellas: mientras que la alternativa libertaria ha sido siempre el amor libre y las comunas, los clásicos del marxismo no habían avanzado ninguna alternativa concreta; sólo afirmaban que la estabilidad o no de las parejas en el estadio socialista dejaría de estar condicionada por los intereses económicos y dejaría de constituir una moral hipócrita. Se basaría por el contrario en la igualdad de los sexos y en el continuamente libre acuerdo mutuo (9).

El mismo Cooper oscila entre proponer la muerte total de la familia o admitir la posibilidad de una familia no represiva, una unión estable fundada en el amor, que "debe pasar por el respeto total por la propia autonomía y la de cada una de las personas conocidas."

En resumen, quiero señalar que las ideologías revolucionarias se enfrentan a la familia como institución básica de la sociedad, siendo ambas percibidas en todas sus facetas negativas. Dentro de este contexto encaja muy bien la tesis de que la familia es productora de patología, ya sea por su carácter alienante y represivo (destacado por el freudomarxismo), ya sea por sus propias incongruencias, generadoras de locura (aspecto más destacado por la antipsiquiatría).

Hoy están ya extinguidos los ecos de la revuelta que lideraron Basaglia, Cooper y Laing. Y más aún los del freudomarxismo. Sin embargo se ha implando con gran fuerza en el territorio psicoterapéutico la ya mencionada Terapia Familiar también llamada Terapia Sistémica (10), que nació igualmente bajo la idea de la familia patógena. Durante tiempo su tesis básica fue que los problemas del individuo eran problemas del sistema en los que estaba inmerso y que, por lo tanto, se conseguirían escasos resultados tratando al individuo aisladamente o desconociendo su contexto; la alternativa consistía en tratar al sistema (familiar generalmente) del que hace parte el individuo.

En los años 50-60 surgieron en USA las primeras teorías familiares sobre la enfermedad mental, constituyendo pronto un nuevo paradigma (11). Llegaron pronto a constituir, en consecuencia, una nueva forma de psicoterapia. Sus teorías se alejaban del modelo individualista predominante en (psicoanálisis, conductismo...). Aunque la escuela de Palo Alto, la principal de todas ellas, compartía con el conductismo (12) el rechazo a lo intrapsíquico del psicoanálisis y postulaba una aproximación a la enfermedad mental en términos de comportamiento (o comunicación), transformaron totalmente el conductismo al darle la perspectiva sistémica, inspirada en las teorías de sistemas, de la información y la cibernética que estaban desarrollando los ingenieros del M.I.T. Desde esta nueva perspectiva la conducta no puede comprenderse de forma atomista, aislando fragmentos mínimos a los que se considera como respuestas a estímulos concretos. Por el contrario, estímulos, respuestas y refuerzos intercambian continuamente sus roles, las conductas se entrelazan y se prosiguen a lo largo de procesos y estrategias diversos, en los que cada movimiento es causa pero también efecto de otros que se prosiguen dentro de esas grandes unidades llamadas juegos interpersonales y sociales. Las relaciones entre los comunicantes determinan sus conductas y son determinadas por ellas; forman sistemas interrelacionados, de manera que la modificación de una relación (por ejemplo de la madre con el padre) conlleva la subsiguiente modificación de todas las demás relaciones de los miembros del sistema.

Desde esta perspectiva el enfermo dejaba de ser el portador de un mal orgánico o funcional que se desarrollaba dentro de él y pasaba a ser el elemento deteriorado de un sistema, o deteriorado por el sistema. De suyo, los terapeutas familiares han sido reticentes a etiquetar de enfermo mental a ningún miembro de la familia y suelen hablar de él, no sin ironía, como "paciente identificado", cuestionando con ello tanto la salud de los demás como la enfermedad de dicho paciente. Basta recorrer la literatura de terapia familiar en libros, ponencias o informes clínicos, para verificar la universalidad de este tópico.

La Terapia Familiar se consolidó cuando sus teorías (13) fueron capaces de suscitar un conjunto importante de técnicas para tratar al enfermo dentro del sistema. Es decir, cuando se convirtió en una nueva tecnología psiquiátrica que fue ampliando progresivamente su campo de acción hacia diferentes contextos: de la llamada enfermedad mental a todo tipo de marginación social. Así pasó de las familias con esquizofrénicos a las que tienen anoréxicos, enfermos psicosomáticos, alcohólicos, familias maltratantes, multiproblemáticas, o con enfermos crónicos, terminales o ancianos, abordando toda la tipología social problemática (¡tan abundante en nuestra sociedad!).

Pero la Terapia Familiar como tal no considera que la institución familiar sea más patógena que otras alternativas sociales de organizar la convivencia y la reproducción humana. Se limita a constatar la patogenia de familias concretas y a situar éstas dentro del contexto social más amplio. Los terapeutas familiares no eran revolucionarios sociales y sus críticas a la familia fueron mucho más limitadas que las de los antipsiquiatras o freudomarxistas y circunscribieron su intervención al ámbito profesional de tratar algunas familias con individuos problemáticos en su seno.

Por ello desde ideologías revolucionarias se ha podido criticar a la familia de ser una corriente reformista de la institución familiar. Al reparar a las familias más disfuncionales, provocadoras de patología, los terapeutas familiares estarían contribuyendo a consolidar esta insana institución.

Desde ese punto de vista, los terapeutas familiares, que luchan contra la rígida homeostasis de algunas familias e intentan promover cambios en su seno, se convierten en elementos conservadores de la familia (genérica), retrasando su final. La terapia familiar aparece así como un mecanismo más de la homeostasis social; se apoyaría en una ideología pragmática, posibilista y reformista -de ahí su éxito- y apelaría a una profesionalidad neutra de los terapeutas.

Esta crítica global de la terapia deja escapar muchos matices. Pues entre el "Sí" y el "No" a la familia existe un amplio espectro de alternativas según el modelo de familia que se propugne, e incluso si no se propugna ningún modelo en concreto. El último cuarto de siglo ha sido testigo de infinitud de microcambios en las estructuras familiares y sus relaciones de poder; éstos se han reflejado en modificaciones legales. Por ejemplo, en España ha cambiado la legislación en cuestiones como el divorcio, la planificación familiar, el aborto, las parejas de hecho, el maltrato, etc. Todo ello ha provocado grandes enfrentamientos entre diversos modelos ideológicos de familia, que difieren en su opinión sobre la función de la familia, sus mismos componentes, los roles de éstos, sus relaciones mutuas, etc.

Pero no hay un modelo único de familia sino una continua confrontación entre modelos ideológicos: desde el modelo patriarcal, heredero del feudalismo, del tribalismo, del esclavismo, etc. hasta los modelos más igualitaristas o feministas de nuestros días.

La tesis que sostengo es que los terapeutas familiares no están libres de las influencias ideológicas (14) sobre la familia, y que sus teorías están impregnadas de ellas, a pesar del silencio colectivo que han mantenido durante estos debates sociales y políticos. Más concretamente pienso que la ideología mayoritaria que impregna las teorías de la Terapia Familiar no es conservadora y en muchos casos es claramente de izquierdas. En ello se desmarcan de los modelos propuestos por otras fuerzas sociales que se ocupan también de las familias, como la Iglesia católica actual.

La política de la Iglesia con respecto a la Terapia Familiar es doble y depende de países. Por un lado promueve organizaciones populares, como la mayoría de las Escuelas de Padres, muy extendidas en España, que cuentan con abundantes libros (15) y psicólogos profesionales; tratan problemas de los hijos, pero al margen de (o ignorando) la Terapia Familiar. En general tienen una línea apologética de la familia.

Entre estos apologetas, unos insisten en el necesario mantenimiento de la familia y la subordinación a ella de todos los principios e intereses particulares. Así la "Teoría Z", programática de la colección opusdeista Hacer Familia, considera la lealtad a la Familia, igual que la lealtad a la Empresa, como virtud característica de los miembros de estas dos instituciones ideales. En consecuencia critica como causa de desastres económicos y familiares el "individualismo", que consideran propio de la ideología "liberal-burguesa", ya que antepone los intereses particulares de los individuos al de estos dos colectivos (16). Otros colocan el Amor como fundamento y meta de la familia, y solución última de los problemas (17).

Por otro lado la Iglesia, a través de sus Universidades, se dirige a los profesionales de la psicología y psiquiatría. Estas no solo han aceptado la Terapia familiar sino que la han impulsado, propagando así sus teorías. Este ha sido el caso en Italia, donde "las universidades católicas fueron las primeras instituciones en favorecer estudios y enseñanza de TF: en Milán (Selvini Palazzoli, Cigoli) y en Roma (Pontalti, Dastoli, Vella). Hoy día son muy pocas las universidades de Estado equipadas con Centros de Terapia Familiar, pero todas las católicas los tienen (18)." En España no ha tenido tanta importancia relativa, quizás porque ha dedicado muchas fuerzas a los movimientos populares como las escuelas de Padres, las de Preparación a Asistencia Prematrimonial, las de orientadores familiares, etc. Con todo la Universidad Pontificia de Salamanca fue pionera en la organización de un Master en Terapia Familiar; actualmente también se imparten masters en la Pontificia de Comillas y en el Institut Catòlic d'Estudis Socials de Barcelona. El próximo año se impartirá en la de Deusto. A un nivel mucho más doctrinal o panfletario la Universidad de Navarra ha creado el Instituto de Ciencias para la Familia, entre cuyos cursos se incluye la Terapia conyugal y familiar.

La presencia de la Iglesia dentro del movimiento de Terapia Familiar es minoritaria en España y, en gran parte marginal a ella. Por ello no cuestiona decisivamente mi anterior afirmación de que las teorías más extendidas de la Terapia Familiar son progresistas. No la contradice, ya que las universidades eclesiásticas tienen desde hace años una amplia permisividad con las teorías científicas. Pero para defender mi opinión me fijaré en los contenidos teóricos y no de las fuerzas sociales que los sustentan. Voy a considerar en concreto algunas de las tesis más extendidas en la literatura de Terapia Familiar, aunque no estén unánimemente aceptadas .


1. La patogenia de la familia

Como he dicho anteriormente, la hipótesis fundacional de la terapia familiar atañe a la etiología de la enfermedad mental, señalando a la familia como origen de ésta. Es la tesis de la familia patógena, en la que están de acuerdo todos los fundadores de la Terapia Familiar y sus inmediatos continuadores. Lo cual no implica una negación de los condicionamientos genéticos de la enfermedad (19).

Aunque no es una tesis revolucionaria, pues sólo atañe a familias concretas, esta perspectiva va en contra de la apología de la familia que lleva a cabo tanto la Iglesia católica como la derecha fundamentalista americana. La línea apologética hace hincapié actualmente en los recursos terapéuticos de la propia familia más que en su aspectos generadores de patología. La Terapia familiar, por contra, afirmaba en sus comienzos que si trata al enfermo mental en el seno de su familia y no individualmente o en una institución o en grupos terapéuticos, lo hace porque antes ha reconocido al sistema familiar como implicado en el surgimiento de la enfermedad.

Esta hipótesis fundacional ha sido combatida por algunas asociaciones americanas de padres de enfermos mentales, que consideran determinantes los aspectos genéticos y denuncian las consecuencias culpabilizantres de la tesis.

Como alternativa intermedia se ha desarrollado más recientemente el modelo psicoeducativo de Terapia Familiar, que es una nueva forma de conjugar los aspectos genéticos y los ambientales. En palabras de G. Manfrida: "Julian Leff tiene ideas más complejas, creyendo que la esquizofrenia tiene orígenes biológicos pero que la interacción sistémica circular entre los miembros de la familia (por la cual paciente y familiares tienen ambos responsabilidad) es condición determinante para el proceso y el pronóstico de la enfermedad" (20).

A pesar de ello la hipótesis fundacional sigue siendo comunmente admitida por los terapeutas familiares.


2. Por el cambio y la adaptación frente a la homeostasis familiar

Desde sus inicios, y como se explicita en G. Bateson y otros en "Hacia una teoría de la esquizofrenia" (21) Don Jackson señaló la rígida homeostasis como una de las características de las familias patológicas. La imposibilidad de cambiar las reglas y el modo de funcionamiento familiar impedían la adaptación de la familia al decurso histórico interno (modificaciones de su ciclo vital, por ejemplo) y a las condiciones ambientales.

Durante tiempo se aceptó que la no adaptación de la familia a las condiciones contextuales, o la dificultad en hacerlo, podía ser el origen de problemas. Por el contrario la adaptación era considerada frecuentemente como sinónimo de funcionalidad.

Aunque las más recientes teorías constructivistas no suscriben esta tesis, que presupone la existencia de una realidad "objetiva" exterior a la familia, y aunque H. Maturana ha propuesto sustituir el concepto de adaptación por el más aséptico de acoplamiento, no por ello deja de estar generalizada la consideración anterior.

En efecto, la teoría de sistemas, invocada siempre por la Terapia Familiar, describe la familia como un subsistema, integrado en unos sistemas sociales superiores (sociedades, culturas, etc.) cuyos cambios condicionan los propios y viceversa. Desde la perspectiva sistémica, la Terapia Familiar contempla la sociedad como el contexto o suprasistema del que hace parte la familia. Pronto o tarde los cambios de aquella obligarán a ésta a cambiar. La inmovilidad o el conservadurismo no podrá mantenerse sin presiones ni patologías. No adaptarse a las nuevas condiciones exigidas, permanecer aferrado a valores, roles y conductas que fueron funcionales en el pasado pero que han dejado de serlo, puede ser peligroso para la salud mental.

La teoría de sistemas convierte así a la Terapia Familiar en una teoría anticonservadora, en el sentido que precisaremos luego para esta palabra, y la insta a adaptarse a los cambios del suprasistema social.



3. La patología de la unidad familiar

Como caso específico de las dos anteriores se alza la hipótesis de que en determinados casos la enfermedad mental está provocada por (o está al servicio de) la evitación de la ruptura del sistema familiar, que se habría escindido de otro modo.

Estas tesis tienen sus orígenes teóricos en la sociología de los desviantes; es decir en los estudios sobre las causas, mecanismos y funciones de la desviación o marginación (delincuencia, suicidio, hippismo, alcohólicos, ovejas negras, santos, drogadictos, brujas, sátiros, héroes, bufones, etc.). Desde esta perspectiva, el enfermo mental será considerado como otro desviante, cuyo efecto pragmático es mantener la cohesión del grupo; en este caso la familia.

Lynn Hoffman (22) recuerda los trabajos de Durkheim sobre el papel social de conductas desviadas como el crimen, las cuales acentúan por contraste las normas y refuerzan la cohesión del grupo. También los de R. Merton y A. Cohen (23) o los de E. Goffman (24), y de A.Daniels, quien afirmaba que la promoción de "víctimas propiciatorias" se presenta sobre todo en aquellos grupos en los que están más exacerbadas las ansiedades y la hostilidad. De manera que concluía Hoffman:

"La literatura sobre terapia familiar (...) subraya de manera casi uniforme la forma en que los padres de un niño emocionalmente perturbado, que se encuentran a menudo en conflicto grave aunque no admitido, pueden unirse en torno a su preocupación común por el hijo. De esta forma, la hostilidad mutua queda ahogada, prevaleciendo una armonía superficial (...) Resulta evidente la ventaja que representa para la familia encauzar el proceso de escisión en esta línea y no en la de los padres".
Es lo que Jackson llama "operación rescate", es decir que el niño u otro familiar interviene para detener la progresión de un conflicto que amenaza al sistema. Duncan Stanton, en un artículo con un título tan ilustrativo como "El toxicómano visto como salvador: heroína, muerte y familia" (1976), concluía también que el toxicómano "ayuda a mantener la cohesión de la familia, particularmente la de los padres", y lo considera como salvador o como "chivo expiatorio". Esta metáfora del chivo expiatorio está muy extendida entre la literatura de terapia familiar.
Por ejemplo, Boscolo y Cecchin (25) presentaban al enfermo mental como alguien que ayuda a resolver el problema familiar, que puede consistir en "un conflicto profundo en el matrimonio, una amenaza de divorcio (...)" Mara Selvini (1975) había afirmado: "Este comportamiento comúnmente llamado esquizofrenia (...) no es ni más ni menos que la enésima maniobra, realizada por un miembro del grupo, cuyo efecto pragmático es el reforzamiento ulterior del sistema"

Esta tesis, bastante generalizada, se convierte en una crítica a las teorías que priorizan el mantenimiento de la unidad familiar, y es el reverso de las que atribuyen a su ruptura muchos traumas psicológicos de los niños. Muestra la cara opuesta, pues hasta la más grave patología, la esquizofrenia, podría estar provocada en ocasiones por la evitación de la ruptura.


4. Frente a la desigualdad y el autoritarismo.

Un momento donde se aprecia la importancia de la ideología del terapeuta es en su postura frente a la desigualdad de géneros o a la prepotencia de los padres. (También se da el fenómeno opuesto, la excesiva igualación o democratización de la familia, propia de padres que son incapaces de tomar decisiones y de imponer una autoridad) (26). Los terapeutas reaccionan de forma diversa cuando la patología se halla ligada a grandes desigualdades, propias del feudalismo o del machismo social en las relaciones familiares. ¿Debe el terapeuta proponerse acabar con esa situación? ¿O el imperativo de neutralidad y la visión circular le impiden juzgar unilateralmente? Si el terapeuta fuerza la terapia en el sentido del cambio corre peligro de que las fuerzas que se hallaban en situación ventajosa abandonen o boicoteen la terapia.

Dos son los casos más significativos de esta situación: la desigualdad de géneros y el abuso sexual o malostratos a los hijos.

La reciente Terapia Familiar Feminista (27) combate la primera desigualdad, criticando la terapia más tradicional; considera que no puede haber un buen resultado de una terapia si no desaparecen estas relaciones desiguales, a las que considera causa de muchas patologías de la mujer y de la familia.

El feminismo dentro de la terapia familiar se convierte así en un referente frente al cual todos los terapeutas deben tomar posición. Sin querer identificarse con el feminismo, Matteo Selvini (28) invoca la experiencia clínica del Equipo para confirmar "conceptos fundamentales de Boszormenyi-Nagy según los cuales siempre que se da en la familia una relación injusta o desigual, un desequilibrio entre el dar y el recibir, entonces se produce un sufrimiento psicológico en aquel miembro de la familia que se queda en la situación desventajosa"; sufrimiento que hay que tener en cuenta cuando se quiere comprender el origen de las patologías en ese o en otro miembro del sistema. Considera importante, incluso terapéuticamente hablando, la lucha por la "liberación de la mujer respecto al dominio, determinado socialmente, del hombre" considerando parte de la misma el divorcio, el aborto, la estructura del trabajo, etc. Y en consecuencia critica el influjo en la terapia de algunas ideologías conservadoras:

"A menudo hemos constatado en familias en terapia la peligrosidad de la religión católica que favorece estilos familiares arcaicos (la subordinación sacrifical de la mujer, la represión de una sana rebelión de la adolescencia y de la agresividad positiva en general, etc.)"
Las clásicas teorías de Boszormenyi-Nagy (29) invocadas por Matteo Selvini sobre los problemas originados por la desigualdad en los intercambios o transacciones entre los miembros de la familia son aplicables no sólo a las relaciones entre los dos cónyuges sino también a las de éstos con los diversos hijos. Aquí nos enfrentamos con un nuevo tipo de injusticia, la de los padres prepotentes, que consideran los hijos como una parcela de su dominio y que atentan contra todos sus derechos.
Me refiero como caso extremo a las familias abusadoras y maltratantes, ante las cuales los terapeutas pueden tomar posiciones ideológicas diferentes. Para unos, la neutralidad y la circularidad causal deben mantenerse a toda costa, al menos como estrategia. Otros, como señala Marco Vannotti (30) son inconsecuentes con la neutralidad y circularidad del modelo sistémico y prefieren poner en peligro la terapia que mantener en peligro al hijo. Su argumento es que la neutralidad es complicidad; es falsa y favorece la hipocresía cuando se dan situaciones de gran desigualdad, injusticia o delito como las que aquí se señalan. En esta línea se han desarrollado modelos de terapias familiares coercitivas (31), en colaboración con jueces y policías, donde se considera prioritario salvaguardar la integridad de los hijos. Estas terapias pueden darse más bien en contextos de colaboración entre instituciones públicas, como la red SOS Enfants-Famille en Bélgica, y son prácticamente imposibles en gabinetes privados.



5. Normalización y variedad

Otro tema, que no se ha discutido mucho pero que parece emerger en las respuestas a mi artículo atañe a la función del terapeuta como normalizador. Normal se opone a patológico, pero también significa estandar (admitiendo que ambos sentidos sean diferentes). La cuestión que se plantea es si los terapeutas son normalizadores de las familias en ambos sentidos de la palabra. ¿Tienen los terapeutas un modelo de familia sana al cual tiendan a ajustar a sus pacientes como resultado del tratamiento? Poco importa aquí que el modelo sea conservador o progresista, adaptado o inadaptado. Lo que se cuestiona es si el terapeuta tienen un determinado ideal de familia sana y si tienden a universalizarlo.

Cuanto más extendido esté el estandar social de familia más probable es que la familia evite muchos conflictos si se adapta a él. No es extraño pues que algunos terapeutas constaten el beneficio de normalizar a las familias y tengan tendencia a hacerlo.

Pocos sin embargo lo afirmarán explícitamente. Su disposición en este asunto se aprecia mejor por la manera en que cada terapeuta define las formas de organización familiar que considera patológicas; ellas dibujan, en negativo, las variedades que considera sanas. Por ejemplo, el ideal de familia nuclear sana de S. Minuchin queda precisado cuando descartamos todas aquellas organizaciones familiares en las que los límites o fronteras entre los subsistemas sean demasiado rígidas o demasiado permeables; o en las que los roles parentales de cada cónyuge, los filiales, fraternos, etc. se entremezclen; donde haya alianzas transgeneracionales, etc.

No todos los criterios de normalidad son tan detallados como el de Minuchin, cuando éste habla de familias occidentales de clases medias. Los hay muchos más amplios, como la ya mencionada capacidad de adaptación o la ausencia de incongruencia en la comunicación. Estos dejan campo a una gran variedad.

En las respuestas recibidas a mi artículo, he encontrado bastantes (M.Selvini, R. Roche (32), J.L.Linares (33), A.Canevaro (34), G.Manfrida (35)...) que defienden la variedad y la pluralidad como un valor, sobre todo en estos momentos de cambio social, y previenen contra la inclinación contraria. La variedad en efecto es necesaria para que exista la evolución de la organización familiar y adaptación a situaciones variadas y a la propia evolución del contexto social. No en vano la variedad es uno de los pilares de la darwiniana teoría de la evolución por selección natural. Más aún, la aparición y desarrollo de nuevas formas de organización familiar es vista como una necesidad por los mencionados terapeutas, como puede verse en los textos citados al pie de página, o en el siguiente de Matteo Selvini:

"Para nosotros el antiguo concepto de defensa de la familia como institución tradicional, relacionado a la sociología de Parsons y al estructuralismo de Minuchin, no tiene sentido en cuanto que pensamos que hay que luchar por la evolución de nuevas formas familiares."
6. Otros temas
Hay otros muchos temas de enfrentamiento ideológico más o menos abierto, pero no voy a detenerme en ellos, bien porque no han sido explicitados todavía, bien porque afectan a cuestiones técnicas. Por ejemplo sobre la responsabilidad del terapeuta, su rol activo o de conversador pasivo, la eticidad de las técnicas que utiliza, etc. Otro tema cuestionado sería el del hijo no deseado, un lugar común en nuestros informes como grupo de riesgo, aunque también hablemos de los problemas psicológicos de un aborto. Otro atañe al criterio de adaptación de la familia al contexto social como medida de su sanidad frente a una tercera opción, que sería la transformación del medio o un sano inconformismo, en el que estarían de acuerdo las ideologías progresistas y conservadoras en contra del modelo liberal.

Como conclusión, reitero mi opinión, aunque no dispongo de encuestas sobre el peso de cada ideología dentro del movimiento de Terapia Familiar, de que éste no es mayoritariamente una fuerza conservadora, sino más bien lo contrario. Lo que no quiere decir que en el futuro no sea asimilado por el conservadurismo.

Por el momento encuentro que coexisten en conflicto tres modelos de familia o tres ideologías presentes en la terapia familiar. A ellos he hecho ya referencia. Los precisaría con las siguientes determinaciones:

1. Modelo de izquierdas:

Propone la transformación de la organización familiar en las siguientes direcciones:

- mayor igualdad efectiva entre los miembros de la familia (emancipación de la mujer, derechos de los hijos, adolescentes, etc.)

- mayor libertad (en la continuidad o no del matrimonio, elección del número de hijos...).

- mayor socialización o intervención de la sociedad en el antiguo feudo o propiedad privada del padre(s) de familia. La sociedad debe intervenir para evitar abusos o maltratos, y debe garantizar la salud y la educación de los niños.

- mayor variedad en las formas de organización familiares, de acuerdo con las circunstancias de cada uno (familias reconstituidas, parejas de hecho, etc.).

2. Modelo conservador o de derechas (representado por ejemplo en la comentada Teoría Z).

Defiende los "valores" tradicionales de la antigua familia:

- no erotización de las relaciones conyugales

- unidad (e indisolubilidad) del matrimonio, a los que debe supeditarse cualquier otro ideal e interés particular.

- preeminencia social del varón

- rol "creador de familia" de la mujer

- defensa de los derechos de los padres frente a la sociedad y el Estado.


3 Modelo liberal o neoliberal:

Pretende mantener una posición neutral y, también en este campo, dejar hacer al libre juego del "mercado". No quiere transformar nada, pues piensa que las cosas se transforman solas cuando se dan las circunstancias para ello.

Es un modelo de mínima ayuda y mínima intervención del estado en uno u otro sentido.

Un asunto diferente es el significado actual de los términos conservador o progresista. Quizás en el futuro sea progresista y adaptado a las condiciones de la nueva sociedad (paro de jóvenes que permanecen en casas de los padres, exceso de jubilados, etc.) reinstaurar, aunque modificadas, antiguas formas de organización familiar extensa, las cuales se conjugarían con otras más recientes (familias monoparentales, con un solo hijo o sin hijos, familias reconstituidas formando una extensa red de parentescos y responsabilidades, etc.). Deberían conjugarse con valores ya adquiridos como la defensa de la individualidad, la democracia, la socialización de recursos, etc., tal como afirma A. Canevaro en la nota 34.




NOTAS

1. MOSAICO, nº 6, 2º trimestre de 1996.

2 El primer Erich Fromm, anterior a su melífluo Arte de Amar, así como Herbert Marcuse, que hicieron parte del Instituto de Investigación Social de Frankfurt, representaron esta síntesis de psicoanálisis y marxismo en obras tan representativas en sus mismos títulos como El miedo a la libertad, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, Eros y Civilización, El hombre unidimensional, etc.

3 Una recopilación con textos de estos autores sobre la familia es FROMM, E. y otros: The Family, editada en castellano por Península en 1977.

4 David COOPER en su Psychiatry and anti-psychiatry (1967) condensó programáticamente muchas de las ideas ya expresadas por él y R. Laing en Reason and Violence (1964) y por el mismo Ronald D. Laing en The Divided Self (1960) o The Self and Others (1961).

5 Los "Hogares" (a partir de 1964), entre los cuales el Kingsley Hall (1965) eran comunidades libres y democráticas impulsadas por R. D. Laing. Por su parte D. Cooper creó su "anti-hospital" en el pabellón 21 del Hospital Shenley. En el 65 Cooper, Laing y Esterson fundan la Philadelphia Association, que agrupa diversas comunidades terapéuticas antipsiquiátricas. En ellas se pretende que los enfermos sean responsables de la institución. El terapeuta sería sólo un referente, un animador, una escucha, consecuente con su creencia de que "los esquizofrénicos tienen más cosas que enseñar a los psiquiatras sobre su mundo interno que los psiquiatras a sus enfermos"

6 El libro de Gilles DELEUZE, G. y Félix GUATTARI Capitalisme et schizophrénie, I. L'Anti-Oedipe, 1972, también dio claves para la ideología del movimiento, así como los escritos de Michel Foucault sobre la locura Maladie mentale et personalité, 1961; Folie et déraison. Histoire de la folie à l'âge classique, 1961; Naissance de la clinique. Une archeologie du regard médical, 1963. Las teorías de M. MANNONI pueden apreciarse en su Le Psychiatre, son "fou" et la psichanalyse, de 1970

7 LAING, R.D. y ESTERSON, A.: Sanity, Madness and the Family, 1964; LAING, R.D.: The Politics of Family and Other essays, 1969, obra ésta que recopila conferencias de Laing en 1967 y 68.

8 La antipsiquiatría (europea) y la Terapia Familiar (made in USA) aunque muy diferentes en sus presupuestos y alternativas terapéuticas tuvieron contactos en sus comienzos. Tras su viaje a USA Laing incorporó a su repertorio, como he dicho, bastantes hipótesis de la Terapia Familiar. Por su parte, en 1965 I. Boszormenyi-Nagy y J.L. Framo incluyen un artículo de Laing en su recopilación Intensive Family Therapy, y en su famosísima obra de 1967 Watzlawick y sus colaboradores de Palo Alto reconocen su influencia y retoman alguno de sus temas.

9 En efecto, tanto F. Engels como K. Marx sabían lo que criticaban pero no cuál iba a ser la forma futura de convivencia íntima, reproducción de la especie y educación de los niños. Ni en su Manifiesto comunista (1848), donde recogen las críticas a la familia formuladas por anteriores socialistas como Owen o Fourier, ni en la más específica obra de Engels El origen de la familia, la propiedad privada y el estado describen una alternativa clara para el futuro. La familia puede llegar a desaparecer o bien pueden aparecer nuevas formas de organización familiar, sin que se pueda prever de qué tipo.

10 Hay bastantes diferencias entre una denominación y otra, a pesar de que aquí las considere equivalentes. Tanto es así que en el seno de la FEAP (Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas) se pretenden hacer dos secciones diferentes, una de terapia familiar que incluiría diversas escuelas y aproximaciones -incluidas las psicoanalíticas y conductistas- que se ocupan del tratamiento de familias con problemas) y otra de terapia sistémica, la cual, por un lado, representaría una escuela específica dentro de la terapia familiar, pero por otro lado tendría un ámbito mayor al abarcar el tratamiento de cualquier sistema social.

11 Entre los pioneros de la Terapia Familiar podemos recordar a N.W.Ackerman, G. Bateson, I. Boszormenyi-Nagy, M. Bowen, A.J.Ferreira, J. Framo, J. Haley, Don D. Jackson, S. Minuchin, V. Satir, C. Whitaker y G. Zuk, fundadores muchos de ellos de escuelas o corrientes particulares dentro del paradigma general.

La principal de ellas y la que asume como propio el nombre genérico de "sistémica" nació en 1956 con la teoría del 'doble vínculo" y se inspiró en las entonces recientes teorías cibernéticas (homeostasis, feed-back, circularidad...), al tiempo que desarrollaba su novedosa teoría de los aspectos (relacional y de contenido) y de los canales (verbales y no verbales) de la comunicación o comportamiento humano, cuya oculta incongruencia deba lugar a las paradojas pragmáticas o comunicacionales. G. Bateson, P. Watzlawick y sus colaboradores la representaron.

Lo que todas ellas (y otras que les siguieron, como las terapias familiares psicoanalíticas y conductistas) tenían en común era una perspectiva interrelacional de la enfermedad mental.

12 El mismo año (1956) en que Bateson y sus colaboradores lanzaron al público su hipótesis del "doble vínculo" como causa de esquizofrenia el principal representante del conductismo, B.F. Skinner publicaba su artículo "¿Qué es la conducta psicótica?" en F. GILDEA (ed.): Theory and Treatment of the Psychoses: Some Newer Aspects, Washington University Studies, donde se considera la conducta psicótica, igual que cualquier otro tipo de conducta, como respuesta a determinados estímulos contextuales o ambientales y como resultado de un aprendizaje.

13 Conviene hablar en plural de teorías y técnicas de Terapia Familiar, pues las hay bastantes diferentes. Entre las más mencionadas están la Sistémica, la Estructuralista, la Transgeneracional, de la Comunicación, Estratégica, Paradógica, Constructivista, Conductista, Psicoanalítica, Existencial, Feminista, etc.

14 Uso el término "ideología" en su significado sociológico y político, dentro de la tradición que adquirió importancia en el pasado con K. Marx y K. Mannheim. En Marx el término "ideología" está ligado al concepto de "falsa conciencia", encubridora o desvirtuadora de la realidad social e incluso natural. Para él la ideología era propia únicamente de la ciencia de las clases explotadoras. La filosofía o la ciencia proletaria estaría libre de contaminación.

Posteriormente Mannheim generalizó el concepto de ideología a toda ideación humana, excluyendo sólo las matemáticas y algo de las ciencias naturales. También lo universalizó extendiéndolo a todos los hombres y clases sociales; aunque todavía confiara en que ciertos intelectuales desinteresados, con un esfuerzo de depuración, podrían llegar a mitigar y casi anular su condicionamiento ideológico.

A su connotación mistificadora o encubridora va unido pues su matiz social o político, ya que las ideologías implican posicionamientos sobre las relaciones de poder entre géneros, o entre individuos, grupos o estamentos sociales.

15 Destacan las colecciones "Hacer Familia" de la editorial Palabra S.A. con casi 80 número publicados, y colección "Proyecto Familia" de la Editorial San Pablo, de Madrid.

16 Ver los números 1 y 2 de la serie, con el título de Educar hoy y Hacer familia hoy respectivamente, donde se expone la aplicación de esta Teoría Z a la familia. El primero escrito por Fernando Corominas, coordinador de la serie, y el segundo escrito en colaboración por el mismo y por Oliveros F. Otero, del ICE de la Universidad de Navarra, donde es (o ha sido) director del departamento de Formación de Orientadores Familiares.

17 Ver por ejemplo Hogar siglo XXI, de Justo López Melús, director espiritual del Seminario conciliar "San Idelfonso" de Toledo; o Para que tu matrimonio dure del jesuita Rafael Navarrete; ambos de la colección "Proyecto Familia", que es una alternativa a la anterior colección.

18 El texto es de Gianmarco Manfrida, en comunicación personal, que se publicará en el nº 7 de la rev. MOSAICO. Además trae en su apoyo el testimonio de Salvador Minuchin.

19 Ver por ejemplo el matizado artículo de T. Lidz y S. Fleck: "Esquizofrenia, integración humana y rol de la familia" en la compilación de Don JACKSON: Etiología de la esquizofrenia (1960), Basic Books.

20 G. MANFRIDA, ibid.

21 en Behavioral Science, 1956, recogido luego en BATESON, G.: Pasos hacia una ecología de la mente (1972) citado en bibliografía.

22 HOFFMAN, L.: "Procesos de desviación-amplificación en grupos naturales", en J. HALEY: Tratamiento de la familia, (Changing Families, Grune & Stratton, 1974)

23 Estos habían considerado la desviación como efecto de una disfunción social, que es la incongruencia entre los fines legitimados por la sociedad y las probabilidades de alcanzarlos que tiene un individuo en esa sociedad. Ver CHOEN, A.K.: Deviance and Control, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1966.

24 Para quien la sociedad necesitaba los desviantes igual que necesitaba obreros, labradores, artesanos, cuadros, etc. y hablaba de la "carrera" para llegar a ser delincuente habitual (o un paciente mental). Ver GOFFMAN, E.: Asylums, Anchor, Nueva York, 1961

25 BOSCOLO, L. Y CECCHIN, G.: "Thérapie systémique de familles avec enfants pschotiques et adolescents", en V Congr. Int. de Thérapie du couple et de la famille, Zurich, 1977.

26 Aunque ahora no nos fijemos en él, el fenómeno de los padres que renuncian a cumplir sus funciones normativas, ha sido estudiado detalladamente por Carlos Díaz Usandivaras, relacionándolo con la insocialidad de los hijos y su falta de proyectos.

27 Ver Thelma Jean GOODRICH, Cheryl RAMPAGE, Barbara ELLMAN y Kris HALSTEAD (1988): Feminist Family Therapy, W.W.Norton, Nueva York (trad. en ed. Piados)

28 Comunicación personal, que será publicada en el nº 7 de MOSAICO

29 Sobre estas injusticias o desigualdades en las transacciones, sobre la contabilización de responsabilidades y méritos, así como sobre los ajustes consecuentes, ver Ivan BOSZORMENYI-Nagy y Geraldine M. SPARK (1973): Invisible Loyalties: Reciprocity in Intergenerational Family Therapy, Harper and Row (trad. cast. en Amorrortu)

30 Marco VANNOTTI: ponencia sobre "La familia frente a la enfermedad física" en 3as. Jornadas Ikas-Dictia de Terapia Familiar, Bilbao, 1996

31 Stefano CIRILLO y Paola DI BLASIO (1989): La famiglia maltrattante. Diagnosi e terapia, Milán, R. Cortina ed. (trad. cast. en Paidós).

Jorge BARUDY: La douleur invisible de l'enfance. L'approche systémique de la violence familiale, en prensa.

El nº 19 (1988) de la REVISTA DE TERAPIA FAMILIAR, Buenos Aires, está dedicado enteramente a la violencia en la familia.

Reinaldo PERRONE y Martini NANNINI: Violence et abus sexuels dans la famille. Une approche systémique et communicationnelle, Paris, ESF, 1995

32 "Respecto a la Normalización y el Pluralismo, sería necesario ensayar nuevas formas de convivencia conyugal y familiar...pero no menos necesario alcanzar y aceptar criterios éticos."

33 "Los terapeutas familiares no somos adaptadores, normalizadores o salvadores de la familia, sino que partimos del hecho de que ésta es, hoy por hoy, el más importante espacio de intercambio comunicacional y, por tanto, donde se cuecen la mayoría de los más intensos sufrimientos psíquicos. Si yo ejerciera entre los Karo-Batak de Sumatra, no sería un terapeuta familiar, sino un terapeuta clánico. "

La necesidad de promover la variedad para encontrar nuevas formas organizativas de familia para responder a los retos de las actuales transformaciones sociales que la afectan, es defendida en el reciente artículo de J.L.Linares y J. Alegret sobre "la terapia familiar en España, entre la singularidad histórica y la convergencia europea" publicado recientemente en la revista Familiendynamik.

34 "Probablemente la crisis de la familia actual sea la ineficiencia de la familia nuclear para cumplir con las funciones que ayuden al mejor crecimiento de sus componentes. Mi impresión desde hace muchos años (consultar Revista de Terapia Familiar nº 3, año 1979 "Diálogos con Gerald Zuk") es que estamos viviendo un periodo de transición en nuestra sociedad y que probablemente en el siglo próximo iremos hacia organizaciones de tipo multifamiliar, reproducción probablemente de un modelo agricolo-patriarcal perimido (que no obstante era altamente solidario) pero con una estructuración netamente más democrática.

Cualquiera sea las formas que la familia vaya adoptando, no creo que desaparezca sino que persistirá como el lugar de los afectos, crisol donde se aprende a amar y a odiar, como decía Withaker."

35 "Personalmente creo que, parafraseando a Voltaire, el terapeuta tiene que defender el derecho de la familia de arreglarse como prefiera, incluso si la manera elegida no le gusta."




Nota Bibliográfica

Como complemento a la bibliografía citada en las notas a pie de página, hay que subrayar que la literatura sobre Terapia Familiar es extensísima en libros y revistas, incluso en España. Aunque hay libros publicados en castellano por muchas editoriales españolas y latinoamericanas, como Amorrortu, destacan en nuestro país la colección "Grupos e Instituciones" de Editorial Paidós (con más de 40 libros sobre Terapia Familiar) y la colección "Terapia Familiar" de Ed. Gedisa.

Solo en España existen 2 revistas nacionales (Cuadernos de terapia Familiar, Madrid, y Redes, Barcelona), además de la desgraciadamente extinta Familia y Sociedad y de otras como el boletín de la FEATF, Mosaico y revistas de algunas Asociaciones de la Federación, como la Andaluza.

Los libros más leídos en España, según encuesta de J.A. Ríos (Cuadernos de Terapia Familiar 31, año X, invierno 1996) son:

Bateson, G. (1972) Pasos hacia una Ecología de la Mente, Edit. Carlos Lohlé, Buenos Aires.

J. HALEY (1976): Terapia para resolver problemas, Edit. Paidós, Barcelona.

S. MINUCHIN (1974): Familias y Terapia Familiar, Edit. Paidós, Barcelona.

SELVINI-PALAZZOLI, M. (1975): Paradoja y Contraparadoja, Edit. Paidós, Barcelona.

WATZLAWICK, P. y cols.(1967): Teoría de la comunicación humana, Edit. Herder, Barcelona.

No hay comentarios.: