21 jun 2008

texto de ARTURO CARRERA

"En Oriente al misterio no se lo estudia ni se lo investiga: existe. El secreto está también, como un eterno nevado ideograma. En Occidente, el máximo alerta del cambio lo dio Joyce en la literatura. Rothko en la pintura. Joyce por hablar por la boca de Molly Bloom. Rothko por enunciar silenciosamente, con su muerte, que el secreto y el misterio de la representación estaban en esa ausencia viva: el color, detrás del que muchos poetas, como Severo Sarduy, quisieron asomarse para ver si allí estaba el rostro de Dios.

Un mago con el oído aplicado a la tierra, recordado por de Quincey y Borges, había oído las innumerables pisadas de los hombres y había distinguido, entre ellas, la de un niño predestinado a desenterrar la lámpara maravillosa: ese niño era Francisco Madariaga.

Un hecho matemático, sin duda común, puede relacionarse con el misterio del pelaje de ciertos animales poco comunes y fascinantes como los tigres, las jirafas y las cebras. En la aparición y rayas de estos pelajes influirían el número y la variedad de células pigmentadas del embrión, sí como el tamaño de este, e intervendrían reglas matemáticas como las que gobiernan las vibraciones de las cuerdas vocales del violín: resonancias que, actuando con los primeros factores citados, determinarían la generación de estas especies de alfabetos tan atrayentes como enigmáticos.

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