El 40 por ciento de las mujeres entrevistadas que entraron a Chile como víctimas de organizaciones de "trata" son argentinas. Más de la mitad de las jovenes paraguayas que caen en manos de bandas de "proxenetas" internacionales terminan esclavizadas en prostíbulos argentinos.
Estos números alcanzan como ejemplo y pertenecen a dos estudios de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Fueron realizados en Paraguay, Chile, Argentina y Uruguay e intentan sintetizar —en base a recopilaciones de causas judiciales— una complejísima problemática: el "comercio" de mujeres que son sacadas de sus pueblos o ciudades, en la inmensa mayoría engañadas con atractivas ofertas de trabajo, y terminan obligadas a prostituirse a fuerza de amenazas y golpes.
Bajo el lema común "Cuánto más joven, mejor calidad y mayor precio" —tomado así de boca directa de un reclutador misionero— las redes de "trata de personas con fines de explotación sexual" (tal su nombre técnico) van y vienen por las fronteras de la región llevando y trayendo nenas, adolescentes y mujeres que alimentan el negocio del sexo.
En motos, taxis
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