HISTORIA GENERAL DE LAS DROGAS
FENOMENOLOGÍA DE LAS DROGAS
Cafeína
Posología
Efectos subjetivos
Principales usos
La semilla del cafeto contiene un 2 por 100 de cafeína por término medio. Suponiendo que la dosis activa mínima para un neófito ronda los 200 miligramos de cafeína (cantidad contenida, poco más o menos, en lo que hoy se pide en las barras públicas como un largo), puede calcularse que cada kilo de café ofrece cien dosis mínimas aproximadamente.
La familiaridad de todos con este producto excusa comentarios sobre efectos y usos sensatos. Baste decir que junto a las consecuencias mencionadas hablando del té, a la hipotensión y a la gastritis, se añade en el caso del café la presencia de alquitranes cancerígenos. Creo que nunca he tomado más de cinco tazas al día, aunque conozco casos de cafetómanos inveterados, capaces de beber litros, que sin duda dependen de seguir manteniendo esos niveles de administración para no caer en el colapso físico de quienes consumen estimulantes compulsivamente. Calculando que la cafeína posee unas diez veces menos actividad que la cocaína, y que el litro de café concentrado equivale a unos diez gramos de cafeína, esas personas están consumiendo al día dosis equivalentes a un gramo de cocaína, cantidad poco compatible con la salud de casi nadie. Para el neófito, la dosis comatosa empieza apartir del gramo o gramo y medio, absorbido de una vez.
Por los demás, no hay interés institucional en investigar ni el número de sujetos afectados por semejante vicio ni las consecuencias a medio y largo plazo del mismo. No he hallado tampoco en ningún texto oficial de psicofarmacología referencia a la manís del café junto a otras toxicomanías, a pesar de que parece asunto digno de consideración.
En contraste con otros fármacos de energía, la cafeína produce un síndrome de abstinencia en mucho menos tiempo que opio, heroína y barbitúricos. Desde 1943 se sabe que un gramo diario de cafeína (equivalentes a cinco tazas de exprés, o diez de café aguado), absorbido durante una semana, basta para inducir un cuadro carencial. Esto se comprobó administrando a continuación a placebo (con sabor a café, pero sin cafeína), pues el 84 por 100 de los sujetos reaccionó inequívocamente; poco después de recibir el placebo, el 55 por 100 padeció «el dolor de cabeza más grande de su vida, acompañado por náuseas y vómitos, tensión muscular, ansiedad, incapacidad laboral, desasiego y letargia»; el 29 por 100 restante atravesó una reacción análoga, aunque menos aparatosa. Nuevos experimentos llevados a cabo en 1969 confirmaron las conclusiones de 1943.
El alcaloide psicoactivo de café, té, cola, yopo, mate, guaraná, cacao y algunas otras plantas no se consideran sustancia psicotrópica, y no forma parte de las drogas en sentido legal. Por eso mismo faltan estudios serios sobre su intoxicación. Curiosamente, los más serios conciernen a las larvas de mosquito, que sometidas a soluciones poco concentradas del fármaco padecen estados de confusión intensísima del sistema nervioso, hasta el extremo de ahogarse. Faltan también datos sobre qué proporción de plantas con contenido cafeínico se destinan a producir el alcaloide. A efectos aproximativos, baste saber que la producción mundial de cafeína ronda los 100 millones de toneladas. Al generalizarse los cafés descafeinados, las empresas dedicadas a liofilizar se han convertido en grandes productores de esta droga, que luego venden a los laboratorios farmacéuticos. Esto supone unas 100 dosis/año para cada habitante actual del planeta.
Posología
Ingrediente principal o accesorios de innumerables medicamentos, la cafeína aparece en forma pura como polvo blanco, cristalino y amargo que puede engañar a más de uno si se ofrece como cocaína. Si potencia es unas cinco veces inferior. La dosis activa mínima puede fijarse en 150 o 200 miligramos, cuyo efecto se prolonga durante media hora aproximadamente. No he podido encontrar datos sobre dosis mortales, si bien calculo que una persona no habituada puede sufrir intoxicaciones agudas a partir de gramo y medio o algo más. Además del sistema límbico y el hipotálamo, los principales órganos afectados son corazón, hígado y riñones; el estómago, perjudicado claramente por el café, no es afectado en tanta medida por la cafeína. Los síntomas de la intoxicación aguda son agitación generalizada, temblor, angustia, náuseas, vómitos, palpitaciones y caída de tensión.
La tolerancia es muy alta y se establece rápidamente. Los cafetómanos declaran ser incapaces de dormir o estar serenos sin quince o veinte tazas diarias, e incluso toman varias seguidas antes de irse a la cama. Esta reacción paradójica no lo es, considerando que el fármaco apenas ejerce afecto positivo sobre ellos -por un fenómeno de insensibilización-, pero que su ausencia desencadenaría un colapso psíquico parecido al de la cocaína o la anfetamina en dosis paralelas. Tienen pues, razón diciendo que para ellos el excitante equivale a un sedante, aunque eso no evite los estragos aparejados al uso masivo.
Efectos subjetivos
Más que estimular la atención intelectual, la cafeína estimula el simple estado de vigilia, la resistencia al cansancio. Por vía oral, medio gramo equivale a unos 5 miligramos de dexanfetamina, con una acción de dos o tres horas que se caracterizan por sequedad de boca, disposición muy activa y cierta rigidez muscular, quizá acompañada por leves trastornos en la visión, como borrosidad pasajera o pequeñas partículas que cruzan el campo visual. Lo que en algunos se manifiesta como locuacidad y extroversión produce en otros el deseo de aislarse, vida interior, de acuerdo con el típico efectos polar de los estimulantes; los extrovertidos tienden a introvertirse, y los introvertidos a extrovertirse, salvo que esas disposiciones sean muy marcadas, en cuyo caso se potencian simplemente.
Principales usos
La cafeína es útil como tónico genérico del sistema nervioso central. Se emplea para ciertos dolores de cabeza (cefaleas), para el asma bronquial y para cólicos de la vesícula biliar. Constituye un vasoconstrictor -como los demás estimulantes-, y se combina bien con vasodilatadores. De ahí que se encuentre tan generalizada la costumbre de tomar café y licor simultáneamente. El carajillo es una variante suave de mezclas antiguas como el agua heróica (café y opio líquido), y combinaciones modernas que van desde el speedball propiamente dicho (cocaína y heroína) a los sedantes-tranquilizantes de farmacia (anfetamina y barbitúricos, anfetamina y benzodiacepinas).
A mi juicio, su principal utilidad es sustituir al café, allí donde lo bebemos sólo para estimular la vigilia. La cafeína no contiene alquitranes cancerígenos ni provoca trastornos gástricos, y uno o dos comprimidos -en específicos como el Durvitán- pueden cumplir las funciones de cuatro o seis tazas de café.
BIBLIOGRAFÍA
ESCOHOTADO, A. Historia General de las Drogas. Pág. 1260-1262 y 1284-1286. Ed. Espasa, 2005
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