18 mar 2008

GRUPOS DE AYUDA MUTUA EN DUELO

GRUPOS DE AYUDA MUTUA EN DUELO

El Modelo Medellín
Los Grupos de Ayuda Mutua (GAM), también conocidos como grupos de apoyo, son reuniones estructuradas de personas que comparten un sentir común, una situación o experiencia de vida, y se caracterizan por la ausencia de jerarquías entre sus miembros. La ayuda más importante que pueden ofrecer es el compartir experiencias con otras personas que están en la misma situación (este es el fundamento de los grupos de ayuda mutua), y el grupo proporciona el medio para que estas reuniones se realicen. Aunque existen muchos tipos de grupos, y no existe un tipo necesariamente mejor que otro, lo importante sigue siendo que sean beneficiosos para aquellos que en él participan.



Las metas del grupo (objetivos iniciales) suelen ser simples: (1) permitir a las personas que han perdido seres queridos el reunirse periódicamente para darse apoyo mutuo; (2) ofrecer a los deudos la oportunidad de conocer a otras personas en su misma situación, que comparten sus sentimientos y experiencias; (3) proporcionar a los deudos la oportunidad de aprender más sobre el duelo, la aflicción y el luto. En la ayuda mutua se exponen testimonios centrados en el tema, evitando interpretaciones, consejos y controversias. Se comparten emociones e interrogantes con la finalidad de sanar el dolor y poder ayudar y ayudarse. El rasgo que más distingue a estos grupos es indudablemente la experiencia compartida, lo que posibilita el lenguaje común y la rápida comprensión de la problemática.



La coordinación de los mismos es ejercida por un facilitador con características especiales. Tienen ciertos preceptos básicos que deben respetarse para su normal funcionamiento y que configuran el sistema de creencias que es acorde a la finalidad de cada grupo. Son gratuitos para sus integrantes y se abastecen de la institución a la cual pertenecen. No se adhieren a ninguna organización gubernamental, partido político, creencia religiosa o cultural en particular, y nadie es excluido por sus adhesiones personales en estos temas siempre y cuando respete las normas del grupo. Se trata de grupos de ayuda mutua y no de terapia de grupo, por lo que serán diferentes a aquellos a quienes los reúne una adicción o una enfermedad: perder un ser querido no significa una patología ni una enfermedad psicológica.



Sus propósitos más importantes son la educación en duelo, el compartir estrategias de afrontamiento y el proporcionar apoyo a sus miembros de manera que les permita sobrellevar mejor la situación. De esta forma, obtienen alivio:



1. Al compartir sus sentimientos y experiencias.

2. Al aprender acerca del duelo la aflicción y el luto, ofreciéndole al individuo la oportunidad de hablar sobre los problemas que le afectan o las elecciones que tiene que hacer.

3. Al escuchar a otros que comparten los mismos sentimientos y experiencias.

4. Al ayudar a otros, compartiendo ideas, información y anécdotas y dándoles su apoyo.

5. Al ofrecer al deudo un descanso y una oportunidad de salir de casa.

6. Al fomentar en él el cuidado personal, salvaguardando así su salud y bienestar personal.

7. Al saber que no están solos.



El grupo da a las personas la oportunidad de compartir sus sentimientos, problemas, ideas, anécdotas e información importante con otros que están pasando por las mismas experiencias y que, quizás, vienen un poco detrás. Además, permite que los deudos se den cuenta de la importancia de cuidarse ellos mismos y de prestar atención a sus propias necesidades y proporciona la satisfacción de poder compartir y ayudar a otros. Los GAM surgen como una necesidad y no como una panacea. Las personas con problemas mentales o de salud previos son invitadas a buscar ayuda en un ámbito más apropiado (terapéutico) el apoyo necesario a su problemática.



Deberá quedar claro que el grupo no quita el dolor, no puede resolver todos los problemas del deudo, ni cuidarlo totalmente por la familia, ni remplazar al profesional en salud mental, si bien se aconseja siempre disponer de la alternativa de un grupo de duelo, además del grupo familiar. Por otra parte, puede no ser útil para todas las personas, pues algunos se sienten incómodos y más tristes al compartir sus sentimientos con otros, no obstante, se le señalará que las puertas del grupo permanecerán siempre abiertas para cuando lo desee y que es aconsejable que asistan al menos a dos o tres reuniones antes de decidir su no participación definitiva.



Las reglas básicas

Durante la reunión, el grupo debe ser capaz de acordar un cierto número de reglas básicas que serán señaladas desde el principio; desconocerlas impide participar, comprender o disfrutar del mismo. Las reglas les dará la confianza necesaria para permitirles compartir con más facilidad sus sentimientos y experiencias. Estas reglas son plásticas, fluidas y modificables, adecuándose a la necesidad de crecimiento grupal.



Así, el grupo deberá asegurarse que:



1. Todo lo que se diga y se discuta es confidencial.

2. Los miembros del grupo escuchen y brinden su apoyo a los demás sin criticar o juzgar.

3. Todos están reunidos para aprender y compartir y nadie tiene o ha tenido un “duelo perfecto”.

4. Cada uno de los miembros sea respetado y que todos sean iguales dentro del grupo.

5. Cada miembro tenga la oportunidad de hablar si así lo desea (y que para hablar se levantará la mano); no es obligatorio hablar.

6. La situación individual de cada miembro sea respetada.

7. Que lo que puede ser adecuado para una persona es posible que no lo sea para otra.

8. Que el objetivo principal es compartir, aprender y darse apoyo mutuo.

9. Que las propias vivencias y sugerencias de los participantes pueden ir incorporando paulatinas modificaciones a las reglas básicas. Toda sugerencia de cambios en las reglas de funcionamiento será presentada por el facilitador para ser considerada y aceptada o rechazada por el consenso del grupo.



Los GAM-Modelo Medellín son grupos abiertos (pueden asistir cuantas veces lo deseen, ininterrumpida o interrumpidamente) y heterogéneos (personas en diferentes niveles de evolución en su duelo), muy testimoniales, profundos, intimistas y reflexivos, con gran entrega, interacción, confiabilidad y sentido de pertenencia; además, trabajan mucho en torno a una idea generando buenos resultados y una gran capacidad de síntesis. Es tal su sentido de pertenencia, que las deserciones son investigadas y analizadas, además, se anima (y utiliza) la constitución de una Red Telefónica Externa de Apoyo (RETEA) para que las funciones del grupo continúen a lo largo de la semana a través del teléfono o en encuentros externos.



Estructura

Durante la reunión, y para facilitar el desarrollo de la misma, es importante fijar un límite de tiempo para cada una de las partes de la reunión (encuadre, presentación, bienvenida, desarrollo, cierre); su duración suele ser de 120-140 minutos. Será el facilitador quien decidirá el orden y el tiempo dedicado a cada parte según las circunstancias. Si los hechos lo ameritan, la reunión puede girar en torno a, o mayoritariamente, un deudo muy angustiado o nuevo que desea hablar.



1. Encuadre

Bienvenida a todos los miembros, presentación de los objetivos del grupo y de las reglas básicas. El carácter abierto de estos grupos facilita la integración de los participantes, generando un espacio donde todos sin excepción tienen cabida, cualquiera sea su ideología y sistema de creencias. No obstante, no debe olvidarse que los miembros del grupo pueden ser de diferentes estratos sociales y con mayor o menor disposición a compartir información de carácter personal. Su recepción será amistosa y facilitándoles que se sientan bien acogidos y cómodos.



2. Presentación

Para el desarrollo y cumplimiento de los objetivos del grupo, es imprescindible el conocimiento de los miembros del mismo; por ello, la presentación incluye: nombre, a quién perdieron, fecha del fallecimiento (esto permite al grupo situarse en el dolor de cada uno de los integrantes, además de permitirle conocer si ese día en particular –o en fecha próxima- es una fecha de aniversario), con quién asisten y las circunstancias relacionadas con su duelo que espontáneamente ellos quieran proporcionar. La persona puede tomarse el tiempo que en ese momento considere necesario, si bien queda a criterio del facilitador el tiempo exacto que éste emplee en su presentación (el facilitador le remitirá a un momento posterior de la reunión si es del caso). Si el duelo es reciente y el nuevo integrante necesita ser escuchado y contenido, la descarga o catarsis es facilitada si es su deseo (pues es beneficiosa y una paso imprescindible en el proceso de recuperación); el grupo tratará de que el nuevo integrante pueda expresar libremente sus sentimientos, con una actitud comprensiva y brindándole todo el tiempo que necesita a través de sucesivas reuniones y, si fuera necesario, apoyarle vía RETEA fuera del horario establecido para las reuniones. A estos integrantes no les importa, de momento, cómo funcionan los grupos de ayuda mutua, cuáles son los proyectos del mismo, ni la conveniencia de la utilización y el seguimiento del temario; sólo quieren expresar todo su dolor y tal vez toda su rabia, solicitando a cambio toda la comprensión y respetuosa serenidad del grupo. En estas circunstancias, más que las palabras, es importante el lenguaje corporal: un brazo sobre los hombros, un pañuelo de papel, un abrazo que se otorgue, suelen ser ofrecidos y, en general, bienvenidos. Este el primer paso hacia la tarea de ayudar a los demás: poder escucharlos e identificarse con su dolor.



3. Bienvenida

En este punto de la reunión, y una vez todos los miembros se han presentado (algunos de ellos muy conmovidos), el facilitador -como una forma de permitir un tiempo de reflexión y de darle la trascendencia que la situación amerita-, señala “el invitado en común -el dolor de la pérdida- que a todos les une y reúne”, expresando algunas de las características generales de este difícil dolor y la utilidad de encontrar apoyo para el proceso del duelo. Una vez terminado, se anima a los integrantes del grupo que así lo deseen a ofrecer, con algunas palabras, su bienvenida a los miembros nuevos; algunos de ellos brevemente describen su paso por el grupo y de cómo les ha ayudado en su proceso de recuperación.



4. Desarrollo

Comienzo de las discusiones: podrá comenzarse la discusión hablando sobre un punto de una reunión anterior o sobre otro cualquiera que haya llamado la atención del grupo mientras transcurría la presentación (para ello el facilitador irá apuntando en un tablero los puntos que, por las respuestas del grupo o su trascendencia, ameriten tratar posteriormente); dependiendo del tema y su reacción, podrán extenderse sobre éste o sobre cualquier otro. Los temas a tratar pueden en verdad ser infinitos, si bien pueden estar matizados por las peculiaridades del grupo (grupo de padres que han perdido hijos, muerte perinatal, grupo de viudas y viudos, grupo de sobrevivientes de suicidio, grupo mixto, etc.). Debido a que los padres necesitan hablar de sus hijos, contar como eran, mostrar sus fotos y sus escritos, narrar las circunstancias del deceso y expresar sus emociones personales, el grupo se abre siempre a estas discusiones y cuenta, además, con una sección periódica y voluntaria conocida como “el protagonista” para aquellos padres que quieran ampliar el relato sobre sus hijos; en ella, podrán utilizar el tiempo que deseen (30, 45, 60, 90 minutos) y los medios que consideren necesarios para presentar a sus hijos a los miembros del grupo.



Dentro de los posibles temas a tratar en la reunión, están:



1. Impacto de la muerte en su mundo.

2. Qué ayuda en los primeros días.

3. Cómo trabajar con un síntoma en particular.

4. Cómo ha respondido la familia y los amigos.

5. Impacto de la pérdida en la relación de la pareja y en la relación con los demás hijos.

6. Nivel de comunicación intrafamiliar.

7. Miedos y aprehensiones a partir de la pérdida.

8. Aspectos evolutivos del duelo: el fenómenos de la “Montaña Rusa” y las oleadas de angustia aguda, las reacciones de aniversario, las fechas significativas (cumpleaños, navidad, día de la madre, etc.).

9. Síntomas físicos que acompañan el duelo: olvidos, distracciones, alteraciones de la memoria, etc.

10. Diferencia entre apego y amor.

11. Aspectos propios del proceso de recuperación.

12. Los rituales funerarios y las conmemoraciones.



Aquellos compañeros que por su ocupación o profesión manejan encuadres o técnicas terapéuticas que pueden ser útiles al grupo, podrán ser invitados para la realización de talleres fuera de las reuniones habituales para los miembros de los grupos que deseen participar de ellos.



5. Cierre

Poco antes de terminar la reunión, el facilitador podrá pedirá a uno o varios miembros que den su opinión e impresiones sobre la reunión, o hacerlo él mismo. Se destacarán los puntos más importantes tratados durante la misma y se les invitará para la próxima la siguiente semana. Una vez terminada la reunión, y antes de que se marchen, el facilitador se entrevistará brevemente con los miembros nuevos y les preguntará si se sintieron cómodos, si tuvieron la oportunidad de decir lo que deseaban, si les pareció útil la reunión, si se sintieron bien acogidos, sus sugerencias para mejorar el grupo, temas que desearía que se discutieran, etc., según su disposición a seguir hablando.



Consideraciones sobre el facilitador de grupo

Al pretender actuar como un facilitador de grupo, el candidato deberá inicialmente ocuparse en adquirir capacitación, formación y entrenamiento adecuado, precisar y delimitar su función, conocer sus propios límites y, en lo posible, evitar trabajar en soledad, debiendo por tanto formar parte de un equipo de trabajo. Es importante evitar el paternalismo (aunque los mismos integrantes reclamen esa protección) y, muy especialmente, el protagonismo: cuanto más desapercibido pase, mejor habrá sido su función de facilitador.



En estos grupos se escucharán relatos muy descarnados, dolorosos y conmovedores, y en algunos casos el facilitador podrá resentirse. Es normal: nadie es inmune al dolor del otro. Permita un espacio de tiempo para que todos asimilen lo sucedido y reinicie la discusión, señalando la importancia de lo acaecido.



La forma de optimizar el funcionamiento de estos grupos está íntimamente relacionada con las características del facilitador. Algunas sugerencias para los facilitadotes de grupo son:



1. Evitar el diálogo y la polémica pues cada relato es en sí mismo un aporte que se debe agradecer sin cuestionar.

2. Evite la dispersión en los testimonios; si uno de los miembros se aleja en su relato de la idea directriz, ayúdelo a retomarla.

3. Anime a que los relatos de los participantes pasen por su "sentir" y no por su "pensar", que el qué hable pueda comprometerse con las emociones que surgen de su propio comentario.

4. Colabore con los que no pueden redondear o limitar su mensaje.

5. Deje que el grupo fluya libremente; no teorice ni imponga sus puntos de vista. Nadie participa en estos grupos para escuchar una clase teórica.

6. Contribuya a resolver contradicciones

7. Evitar en lo posible descalificaciones del mensaje del otro, autocontradicciones, cambios bruscos de tema, manierismos idiomáticos, interpretar literalmente una metáfora o metafóricamente un mensaje literal.

8. Aunque se debe animar el compartir estrategias, trate que en el grupo no se den muchos consejos, pues cada cual tomará espontáneamente lo que le sea útil a partir de los relatos que escuche.

9. De a los miembros del grupo todo el tiempo posible en sus relatos, no los interrumpa ni los corrija.

10. Anime a que otros miembros del grupo se acerquen al integrante que esté más afligido y le den una taza de café, un pañuelo de papel o un abrazo.

11. Permita que los integrantes propongan aquellas iniciativas que consideren que pueden ser útiles, no importa de lo que se trate.

12. Reflexionar con los integrantes acerca de la tarea que se esté tratando.

13. Evite que se converse mientras alguien está hablando.

14. Señale la comunicación confusa (por ejemplo, el uso de verbos y pronombres impersonales o la insistencia de reincidir en lo obvio).

15. Trate de preguntar, proporcionar información, confirmar o rectificar, sugerir temas, recapitular y sintetizar la tarea sin asumir un rol protagónico (cuanto más inadvertido haya pasado, mejor habrá coordinado).

16. Trate de ayudar a aquellos integrantes que no pueden o no se animan a hablar.

17. Tenga a mano un tablero si el grupo se pone silencioso; sugiera uno de los temas para que los participantes vuelquen sus vivencias al respecto.

18. Establezca un padrinazgo con los integrantes pues en principio sólo lo conocen a usted, sea un puente entre ellos y los demás miembros del grupo, responda a sus interrogantes, ofrézcales ayuda por teléfono y comuníquese con ellos hasta que puedan integrarse por sí mismos en el grupo.

19. Pregunte a un compañero (si dispone de él) su nivel de continencia grupal, claridad y síntesis en sus intervenciones, distribución del tiempo, mantenimiento del mensaje de esperanza y acompañamiento a lo largo de la reunión, manejo de las situaciones conflictivas que pudieron presentarse, comunicación no verbal, etc.



¿Cómo comenzar un grupo de auto-ayuda?

Antes de comenzar, asegúrese de que no existe otro grupo en su área; si no lo hay donde usted vive, considere los siguientes puntos:



1. ¿Tiene el tiempo suficiente para ello y la energía necesaria?

2. ¿Cuenta con el apoyo de su familia, amigos y compañeros?

3. ¿Puede hacer frente a las demandas adicionales originadas por el grupo?

4. ¿Está dispuesto a escuchar las tragedias, penas y dolores de otras personas?

5. ¿Conoce otros deudos con los que pueda hablar?

6. ¿Hay organizaciones locales o nacionales en atención al duelo que puedan colaborarle?

7. ¿Conoce algunos profesionales de la salud (médicos, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras, etc.) que puedan colaborarle y ayudarle a divulgar la existencia del grupo?

8. ¿Ha pensado en algún lugar donde realizar las reuniones?

9. ¿El grupo es sólo para brindar apoyo? ¿Es para proporcionar información? ¿Es una combinación de apoyo e información?



Antes de convocar y empezar la primera reunión, es importante determinar cuáles serán las metas del grupo; esto le ayudará a explicar sus ideas a otros y obtener su colaboración. Estos objetivos iniciales, que serán revisados por el grupo ya formado, pueden ser simples:



1. Permitir a los deudos que se reúnan periódicamente para darse apoyo mutuo.

2. Ofrecer a los deudos la oportunidad de conocer a otras personas en su misma situación, que comparten sus sentimientos y experiencias.

3. Proporcionar a los deudos la oportunidad de aprender más sobre el duelo, la aflicción y el luto.



Como no toda la gente estará interesada en el grupo, es importante publicar un anuncio en un lugar visible (o varios anuncios en diferentes lugares) o hablar con los medios locales (TV, radio, prensa local) para reclutar a aquellos que puedan estar interesados en formar parte del mismo. A veces no podrá contarse más que con anuncios hechos en el computador (con dirección, teléfono, hora de la reunión y persona de contacto) y pegados en las funerarias, parroquias, hospitales, centros de salud, farmacias, supermercados o similares.



Primera reunión

Inicialmente no se preocupe por el número de personas que asistan; lo más probable es que muchos no puedan volver a asistir a todas las reuniones y, generalmente, el total de personas asistentes disminuirá después de la primera reunión. No se desanime, con el tiempo su número incrementará. Si el grupo es muy grande, considere dividirlo. Al preparar la primera reunión, será importante organizar las sillas en círculo para crear un ambiente amistoso y disponer de una persona que se encargue de dar la bienvenida a los miembros a medida que estos llegan.

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