SILENCIO DE INOCENTESS
ALFREDO MOFFATT
Revista NOTICIAS 21 de julio 1991
Acabo de llegar de viaje. Caminé por Londres, París, Barcelona, Berlín, Zurich y Nueva York. Estudié el tema de la violencia urbana y descubrí que existe, fundamentalmente en los lugares donde se producen situaciones de cambio social brusco. Por ejemplo en Berlín comienza a existir violencia en el Este y el Oeste, una violencia de índole política. En la Argentina es diferente. Hay una psicopatológica: la pobreza produce restricciones (frustraciones) y en el psiquismo la frustración produce agresión. Para ser más explícito, una persona frustrada acumula contracción muscular y después explota en violencia. Toda la sociedad se pone violenta. Se trata de emergentes que asustan por el nivel de espectacularidad de sus actos, por el sadismo, por la crueldad e inhumanidad. Pero resulta que la crueldad e inhumanidad están en todo el sistema, porque los jubilados no tiraron personas del tren, pero se rebelaron por desesperación.
Los medios, en esta cuestión de la violencia, tienen mucho que ver. El 80% de las películas actuales son violentas, crueles y deshumanizantes. Estos son vínculos que los chicos van incorporando con una visión del mundo: el que no destruye al otro es destruido. Los chicos de clase media imaginan ese mundo. Los chicos de las clases populares "actúan ese mundo". Y hay que tener en cuenta, además, que en este último caso se trata de chicos que nunca han podido ir a una escuela.
En Nueva York hay violencia. Allí el juego es matar al otro, destruirlo. El objetivo no es tanto sacarle el dinero al agredido. ¿Cuál es el motivo entonces? Eso sucede porque está erotizada la crueldad. Cuando la crueldad se erotiza se convierte en sadismo. Eso es una forma de canalizar la libido. En Nueva York hay violencia.
En otras ciudades no. Lo que hay es pobreza, mendicidad, desesperación, hastío. Pero la violencia se produce cuando hay empobrecimientos bruscos. Y eso es lo que está pasando ahora en Buenos Aires. Es el caso del muchacho que mataron en una discoteca. Los hinchas de Boca lo agredieron sólo porque se puso a conversar con una de las chicas que estaba sin compañía. Después que lo mataron, entraron como si nada hubiese sucedido y siguieron bailando y divirtiéndose. Eso ocurre porque no hay conciencia de la violencia.
Las causas de esta violencia se originan, en primer lugar, en el empobrecimiento que causa una frustración‑agresión. Si no hay otra forma de vida, lo único que les queda a los muchachos Y chicas son el robo y la prostitución: ésas son sus únicas fuentes de ingreso. Con la desocupación, el sistema les cierra el camino laboral. Otra causa son los modelos, con fuertes características agresivas. Toda la sociedad es violenta de arriba hacia abajo. Desde la policía hasta todas las formas de maltrato público. También la ambigüedad de los mensajes ‑se dice una cosa y se hace otra‑ y la corrupción desde el Estado.
Yendo para atrás, la dictadura militar, con un saldo de 30.000 desaparecidos es una violencia inoculada La guerra de las Malvinas donde se mandó a 10.000 chicos a la muerte es otro caso. Incluso a los que sobrevivieron, después casi se los ocultó como si hubiera sido una vergüenza luchar por la Patria. Entonces hay que fijarse cómo se va armando la bomba, la explosión. Converge, además, la carga de violencia de las series de televisión, con su altísimo contenido de sangre; esos seres solitarios que lo aniquilan todo, desde Rambo en adelante. En situaciones como las que estamos viviendo se destruye la empatía entre la gente: la propiedad de los humanos de identificarse con otros deja de existir. Al no tener identificación se transforma al otro en una "cosa". Estos chicos violentos pueden hacer eso, porque ellos mismos han sido cosas ", han sido golpeados El gran maestro para los chicos de la calle en el terreno de la violencia es la policía. La policía es violenta porque el sistema la usó para otros fines, entonces adquirió impunidad y lo adoptó como método. La represión que ejerce aumenta la Dama, se apaga el fuego con nafta.
Los chicos violentos son rehabilitables. La mayor locura, el mayor sadismo y crueldad se percibe en los de menor edad, porque son los que han tenido un contexto social no empático, o sea los que crecieron en este ambiente. Hasta los 18 años hay muy buenas probabilidades de rehabilitarlos. No hay adultos en estos delitos, los adultos son "profesionales". Los que están metidos en esta violencia son los hijos de la dictadura, de Malvinas, criados en un mundo de corrupción, de violencia. Para ellos, el cuerpo humano pierde el valor de "cuerpo humano". Se convierte en un objeto.
La sociedad que dice sentir impotencia ante este cuadro es hipócrita: crían la bestia y después se horrorizan con su obra. Es como si uno agarrara a un pobre animal, lo atara, le pegara y lo dejara sin comer y, después, cuando al soltarlo pasara cerca y fuera mordido por ese animal gritara “pero qué barbaridad qué malo es este perro!. Nadie niega que son chicos problemáticos, pero, ¿acaso no los criamos nosotros?
La sociedad debería curarse primero. Por ejemplo, dar oportunidad de trabajo a los padres de los chicos y a los chicos la posibilidad de que puedan ir a la escuela. Nadie los alimenta, no tienen casa. En la otra punta, a la policía habría que darle mejores sueldos y no usarla para otra cosa que no fuera combatir el delito.
Recuerdo el caso Santos, yo no hubiera repuesto 14 veces el pasacasete, si me pongo en el lugar de Santos. Tampoco me hubiera comprado un arma o dejado el auto en la puerta de mi casa, que es como preparar todo para ir a caza a los ladrones. Y después matar a uno y, ahí no más, al otro de un tiro en la cabeza. Y Santos está suelto.
Por eso creo que la violencia de esos chicos es el rostro nuestro: la gente se horroriza de verse en el espejo. Ellos quieren destruir a la sociedad que los hundió y también autodestruirse. Y la sociedad reacciona por miedo y no por compasión o solidaridad, porque cuando esos chicos necesitan ayuda no existen, nadie les soluciona los problemas. Cuando son víctimas no existen; cuando son victimarios, todos los quieren matar. La sociedad tiene que darse cuenta de eso: primero dejamos que se carguen de locura y después nos asombramos de sus reacciones y no sabemos qué hacer. Y nos desentendemos.
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