31 mar 2008

PSICOANALISIS DE LA CENICIENTA

PSICOANALISIS DE LA CENICIENTAA
Publicado en Diario LA OPINION Domingo 20 de Febrero de 1977


Admirable libro es este Psicoanálisis de los cuentos de hadas que acaba de escribir Bruno Bettelheim, después de haberse jubilado de la Escuela Ontogénica de Chicago, donde se encargaba de curar a los niños autistas.
Bettelheim quiso escribir un libro de consejos para los padres basándose en su experiencia con los niños más desgracia­dos del mundo, esos niños psicóticos que no pudieron desarrollarse normalmente. Y se detuvo en el primer capítulo, el de los cuentos de hadas, del cual ha hecho un grueso tomo de 400 páginas.
Según el autor, en los cuentos de hadas hay todo, todo lo que los padres no saben decir por sí mismos a sus hijos, un viático para la vida entera, las respuestas a las preguntas eternas de los recién llegados a la Tierra ¿A qué se parece el mundo verdaderamente? ¿Cómo voy a vivir? ¿Cómo hacer para ser verdaderamente yo mismo?
Cuando uno es muy pequeño, en efecto, la angustia es más fuerte y en esa edad uno corre el peligro de perderse, cuando no se está suficientemente integrado a la sociedad y ni siquiera a la propia familia.
Cuando uno es muy pequeño es cuando más se teme ser separado de los padres, quienes, en cualquier momento, según uno cree, pueden partir, separarse, morir: No hay en la vida mayor amenaza que la de ser abandonado y quedar solo en el mundo" dice Bruno Bettelheim. Cuando uno es muy pequeño, está desgarrado por la ambivalencia: "El niño quiere a sus padres con una intensidad de sentimientos increíble y al mismo tiempo los detesta". Cuando uno es pequeño, se cree fácilmente un inútil, siente con más fuerza el amor a la vida, el temor a la muerte, la angustia de su propio cuerpo... y el miedo a la oscuridad. Por lo tanto, ¿qué dicen los cuentos de hadas? Y bien, tranquilizan, consuelan, explican, dan valor! Pero no de una manera idiota buscando esconder y disminuir las dificultades sino por el contrario "Los cuentos de liadas no dicen no es nada, no, ellos dicen es terrible. ¡Es absolutamente terrible! ¡Pero no desesperes!
¡Todo el mundo debe ir en el mundo hacia adelante y superar esos, peligros y, muy extrañamente, no sólo te las arreglarás sino que llegarás hasta superar a tus padres mientras que ahora crees que no puedes vivir sin ellos!".
Así ocurre con Pulgarcito, extraviado por sus padres en el bosque poblado de animales feroces y que encuentra su camino y el de sus hermanos y hermanas gracias a su habilidad. Así ocurre con Cenicienta, obligada a los trabajos más sucios y que se vuelve rica, amada y reina.
Pero a ello no llegan solos. Siempre, por el camino, se encuentran con un animal compasivo, un hada buena, un personaje lleno de cordura y de experiencia que los ayuda a librarse de un mal paso o a comportarse como es debido. Es muy importante ‑dice Bruno Bettelheim creer desde la infancia que siempre hay en la vida, cuando todo va muy mal, alguien que está dispuesto a ayudarnos. Pues si uno cree en ello, lo encuentra. Y éste es uno de los mensajes más útiles de los cuentos de hadas".
Pero, ante todo, el cuento ayuda al niño a vivir mejor sus difíciles relaciones con sus padres y sus hermanos y hermanas. La mayoría de los niños están convencidos de que sus padres saben mucho más que ellos en todos los dominios salvo en uno: no lo aprecian como él lo merece". Y siempre hay, en los cuentos, madrastras feas, detestables tiranos paternos, de quienes el niño mal amado, inferiorizado triunfará.
En los cuentos de hadas en efecto, los adultos que se comportan mal con los niños sufren suertes terribles: son asados en los hornos, arrojados dentro de fosos llenos de serpientes, destruidos. Pero no de verdad. La muerte, en los cuentos de hadas, no es la muerte física, es la muerte interior de quienes no se han desarrollado con felicidad. Si las hermanas de Cenicienta, al final se revientan los ojos, es porque prefirieron los hermosos trajes en lugar de querer ser amadas por sí mismas y por sus verdaderas cualidades, como Cenicienta, que se hace reconocer por el príncipe bajo sus andrajos.
Pues si el cuento dice al niño: "Vas a tener éxito", ello no será jamás sin esfuerzo de su parte. Cenicienta es activa, Blanca Nieves mantiene limpia la casa de los siete enanitos y cuando se ha cometido un error, como lo hace la Bella Durmiente del Bosque, que ha sido demasiado curiosa con los secretos (sexuales) de los adultos, un largo período de latencia, un largo "sueño" permite reparar y librarse de ello.

Los cuentos de hadas tampoco vacilan en abordar cuestiones sexuales y hasta son, según Bettelheim, la mejor de las iniciaciones. Ellos dicen a los padres y a los niños: no demasiado rápido. Porque Caperucita Roja fue demasiado rápido hacia el lobo (el seductor) y porque su abuela te ha abierto la puerta con demasiada ligereza, ambas han sido comidas. Pero saldrán del vientre del lobo habiendo o adquirido la experiencia y la cordura de aquellos que han nacido dos veces.

En Barba Azul, también, la curiosidad sexual demasiado precoz es castigada y en La Bella y la bestia, se le dice al niño: todo aquello que parece sucio, horrible, asqueroso, se convertirá en hermoso y en magnífico cuando tú lo ames, es el amor que transfigura la sexualidad.

Con una penetración y una sutileza extraordinaria. Bruno Bettelheim ilumina muchos otros aspectos apasionantes y reveladores del tesoro innumerable de cuentos cuyos temas esenciales se pasean casi idénticos de una cultura y de una civilización a otra.
Ocurre que el cuento ha sido forjado por generaciones y generaciones de narra­dores que en la velada, observaban a aquellos que los escuchaban. Y esto es lo que recomienda Bruno Bettelheim a los padres: leer ellos mismos los cuentos a los niños para seguir sus reacciones y tam­bién porque es muy importante, dice él, que el niño pueda sentirse aprobado en sus resentimientos más secretos con res­pecto a los adultos. Cuando las malignas suegras son quemadas, cuando los feos reyes son desposeídos ‑y cuando los pa­dres están de acuerdo en todo ello‑, el niño se siente liberado y desculpabilizado.
No hay que temer, tampoco evocar a personajes espantosos como lobos y ogros. Las peores angustias están en el mismo niño, y es al contrario un beneficio para él poder encarnarlos en los personajes míti­cos, a los que puede exteriorizar y vencer.
Pues el cuento es siempre una obra de arte, pues de lo contrario no seduciría al niño‑ está bien adaptado a las necesidades de su desarrollo interior, que siempre comienza: Había una vez". Lo cual quie­re decir: eso no se aplica a ti o a mí, no temas nada, eso pasa en un mundo imagi­nario donde vas a encontrar como lo deseas situaciones peligrosas, pruebas excepcionales y vas a poder abrirle camino en ese otro mundo.

Porque el mundo del ensueño es el que permite que uno se vuelva aguerrido para afrontar el de la realidad. Los que buscan evadirse mediante la velocidad, la droga, la mentira ‑ el suicidio, dice Bruno Bettelheim son a menudo niños que no han podido soñar en la época en que eso les era indispensable. A quienes no les supieron leer a tiempo cuentos de hadas...

1 comentario:

karine dijo...

muy interesante, gracias!